martes

Las condiciones medioambientales de la fiabilidad humana

En estos días en los que se acabó el atemperado mes de julio del que disfrutábamos y el aplastante calor nos impide llevar algo parecido a una vida normal -me refiero a todos aquellos que todavía tenemos que trabajar-, me gustaría escribir algunas observaciones sobre el medioambiente de trabajo, del ruido, la iluminación y, sobre todo, del entorno térmico. No se inquieten, no voy a ser pesado ni a hacer un mini-relato de higiene industrial.
Durante muchos años -y todavía hoy no doy por perdida la batalla- no dejo de sorprenderme y de combatir la idea por la que no pocos prevencionistas dicen que la ergonomía es una herramienta puesta a disposición de la empresa para dar confort cuando ya se han alcanzado metas como la seguridad y la productividad. Me resulta insoportable porque va en contra de los principios mismos de esta disciplina: no es posible dar confort sin establecer criterios coherentes de eficacia y fiabilidad, o dicho de otro modo, la ergonomía no es el último peldaño de la prevención, sino el primero de la salud, la productividad.
Y el mejor ejemplo de esto son las condiciones medioambientales de los entornos de trabajo. Recuerdo hace años la sorpresa de un grupo de ingenieros a los que daba un pequeño seminario sobre el "error humano" cuando le mostré el "prospecto" o el "manual de uso" de los operadores humanos: recuerdo que bromeaba sobre la increible pérdida de fiabilidad que tienen los operadores humanos en entornos con fuerte estrés térmico, cómo el número de errores aumenta bruscamente cuando el entorno acústico se vuelve agresivo, en definitiva, cómo una malas condiciones físicas de trabajo son el trampolín de la pérdida de eficicacia y fiabilidad.
Lo que resulta sorprente es que nadie habla de dar bienestar a las máquinas, simplemente se habla de darles las condiciones de recuperación, mantenimiento y, sobre todo, el entorno térmico adecuado para evitar fallos, disfuncionamientos o averias sin remedio ¿es tan difícil convencer de esto? Todavía me resultan providenciales las palabras de Robert Owen en 1816: ""Si el cuidado a sus máquinas inanimadas puede producir tan beneficiosos resultados ¿qué no se puede esperar si ustedes dedican una atención igual a sus máquinas vivientes, que están mucho más maravillosamente construidas?" (R. Owen, "A los directores de fábricas" en Castillo y Villena, -eds.- Ergonomía, conceptos y métodos, Editorial Complutense, 7-10).

viernes

La vida en la sala de control

El título de este post parafrasea el de ese extraordinario libro de Latour, Laboratory Life. Al igual que este sociólogo de la ciencia en los despachos y laboratorios de los científicos, he pasado cientos de horas en salas de control, espacios de distinta naturaleza y en muy diferentes sectores de la producción (de energía, de control de tráfico aéreo, petroquímica...).
Se trata de espacios singulares en los que uno o varios (hasta decenas) de operadores, "panelistas" o "controladores" supervisan una instalación industrial, una red, un espacio físico o lógico sobre el que pueden intervenir, bien por acción directa (por ejemplo, cambiando la posición de apertura una válvula o el régimen de subida de temperatura de un horno) bien por la transmisión de órdenes a un operador que interviene sobre el equipamiento (un operador de campo que arranca una bomba, por ejemplo, o el piloto de un A340 que debe descender a un determinado nivel de vuelo).
El trabajo del controlador es crítico para la fiabilidad y la productividad de un sistema. Operan en situaciones dinámicas, inciertas, no siempre reversibles y bajo presión temporal: dependiendo del sector productivo, los tiempos para tomar decisiones son más o menos limitados (de horas en la sala de control de una central nuclear, de pocos minutos en el espacio del Terminal Manoeuvring Area para un controlador aéreo). Las consecuencias de una acción equivocada pueden ser catastróficas. Se trata, al mismo tiempo, de un trabajo sometido a la dinámica del trabajo a turnos, con las particularidades de las que muchos lectores se harán cargo. Así mismo, estas personas suelen ser operadores obligados a demostrar con regularidad su conocimiento y habilidades para la operación (licencias de operación)....
El ergónomo debe intervenir en todos los aspectos que garantizan la operación segura del sistema y el bienestar de los controladores: en el medioambiente de trabajo, en la concepción de las posiciones en sala de control y en su distribución, en la definición de flujos (de operadores, de visitas, de ingeniería, de proveedores), en el interfaz hombre-máquina (sinópticos, protocolos de alarma y advertencia, dinámica de navegación en pantalla, colores y formatos...), en los procedimientos y manuales de operación (adaptándolos para hacerlos útiles y utilizables), en la puesta a punto de sus destrezas y habilidades mediante procesos de adiestramiento por simulación...
Todos estos son territorios para los que se reclama la cualificación del ergónomo: de la calidad de su trabajo dependerá también la productividad y seguridad del sistema.

UCS Focucs (Control éreo) concebida con especificaciones de Ergotec para Indra & Aena


miércoles

A propósito del miedo en el trabajo

Leía distraidamente en alguno de los periódicos del pasado sábado un reportaje sobre esos héroes ciudadanos que apagan los incendios (brigadas contra-incendios creo que les llaman). Uno de ellos decía que "en este oficio no te puedes permitir el miedo".Como ergónomo he visto y sentido el miedo en el trabajo (pasear por un parque de bombas de una refíneria y pensar en las características de los productos que por allí circulan te lleva a acelerar el paso): el miedo se encuentra en cualquier actividad profesional.
Si mal no recuerdo, decía el profesor Christophe Dejours que este miedo se presenta cuando hay una distancia entre la existencia de un riesgo y la ignorancia sobre la naturaleza de ese riesgo. Sólo puede combatirse por la vía del saber profesional, un saber que permite crear formas de protección o de defensa contra ese miedo. Sin ese saber, el miedo es mayor y también el riesgo de desequilibrio psíquico. ¿Qué características tienen esos sistemas de
protección o "ideologías defensivas" contra el miedo en el trabajo? Son colectivas y obligatorias (y selectivas, ya que ayudan a excluir y rechazar al que no las asume), son"útiles" para la producción, reemplazan los mecanismos individuales de protección contra el miedo: conllevan bromas, juegos e ironías en torno al peligro, incluso suponen demostraciones insólitas de valentía -frecuentemente "varoniles"-, usos temerarios y desdramatizadores del utillaje peligroso (para calentar, cortar, etc...), en las fábricas, pero no sólo en ellas: en El desgaste mental en el trabajo, -libro que aparecerá editado por MODUS LABORANDI en marzo de 2008-, el profesor Dejours hablará también de las formas neuróticas que toman las defensas contra el miedo, como las de los pilotos de caza, de los que se espera temeridad y agresividad y, al mismo tiempo, un comportamiento racional con una fuerte componente científico-técnica.
Resulta evidente que se trata de un asunto de la mayor importancia y complejidad: ciertas formas fracasadas de estas ideologías de protección se encuentran en el mismo escenario de muchos accidentes de trabajo. No estaría de más que nuestra ergonomía y psicosociología comiencen a explorar nuevos territorios preventivos.

¡Ah! lo que nuestro miembro de la brigada contra-incendios quería seguramente decir es que no se puede trabajar sin recusos o medios de protección contra el miedo, o al menos eso es lo que creo.

lunes

La república christoliana de la Grande Rue Nazareth

En estos días de este extraño -por atemperado- verano, mis recuerdos me llevan al número 24 de la Grande Rue Nazareth de Toulouse, un día como hoy de hace 15 años... En aquel tiempo, Jacques Christol puso en marcha el mayor despacho profesional de ergónomos que ha existido en Europa. Una veintena de profesionales, asistidos por secretarias y documentalistas viajaba por toda Francia para trabajar -siempre sobre el terreno- en los más diversos proyectos para las más grandes multinacionales francesas.
Entre estos profesionales, Thierry Roger -quien después sería responsable de dirigir un equipo de 50 ergónomos para PSA Peugeot- trabajaba en Altos Hornos, Bernard Michez siempre con el combustible nuclear, Pasdeloup sumergido en la supervisión de redes de telecomunicaciones para France Télécom, Mado (Madeleine Mas) en los puentes-grúa de la gran Sollac de Marsella, Franck Roumier y el que les escribe, en un pueblo perdido de Normandía apestando a queroseno junto a las laminadoras de aluminio de Rhénalu (de Franck y de esta aventura en Rugles hablaré uno de estos días).
Quien haya intentado poner en marcha una iniciativa como la que les describo entenderán la importancia y la grandeza de Jacques Christol, miembro de honor de la SELF. Este maestro de ergónomos no sólo hizo posible la intervención de la ergonomía en grandes proyectos industriales sino que credibilizó el oficio ante las direcciones de ingeniería de proyecto; también facilitó el que los ergónomos podamos demandar hoy honorarios acordes con el nivel de complejidad y exigencia de nuestro trabajo. Todos los grandes de la profesión admiran a este nieto de agricultores de Ouveillan.
Sin embargo su principal virtud fue y es humana: generoso y seductor, extremadamente sutil en sus relaciones con los clientes, elegante es la estrategia de interacción en los grupos de proyecto. Su impronta, su estilo, ha dejado una marca indeleble en todos los que hemos estado a su lado.
De raza les viene a los galgos: Jean Christol dirige la editorial fundada por su padre, Octarès.Por último, para los que quieran conocer un poco más la República Christoliana de la Grande Rue Nazareth pueden hojear un artículo que escribí junto a Jacques en el Boletín de FFHH.

miércoles

Charles Perrow tenía razón

Hace unos días hablaba de la próxima catástrofe profetizada por Charles Perrow. En mis comentarios indicaba que este profesor de Yale propone que, para reducir el número de catástrofes ligadas a la complejidad de los sistemas de transporte, producción de energia, transformación de materias primas explosivas o simplemente peligrosas, es imprescindible reducir la complejidad de todos estos sistemas. Una de la vías propuestas -lo que parece más bien una medida de puro sentido común- consiste en evitar las concentraciones urbanas en torno a las grandes infraestructuras industriales o de transporte (lo que hubiera evitado, entre otros, el terrible drama de Bophal).

Cuando visité Brasil en 1999, invitado por la Asociación Brasileña de Ergonomía (ABERGO), me sorprendió sobremanera la ubicación del Aeropuerto de Congonhas en Sao Paulo, parecía que íbamos a aterrizar en una avenida de la ciudad.
Pues bien, esta es la noticia que esta mañana nos presenta ElPaís.com : "más de 200 personas han muerto, según fuentes del gobierno de Sao Paulo, al estrellarse un Airbus A320 de la compañía brasileña TAM con 176 personas a bordo cuando tomaba tierra bajo una intensa lluvia en el aeropuerto de Congonhas, en Sao Paulo. El aparato, que había salido de Porto Alegre, se incendió al salirse de la pista y chocar contra un edificio y un puesto de gasolina situados fuera del aeropuerto, en una avenida muy transitada de la ciudad". En las próximas semanas se conocerá mucho más sobre las causas profundas de esta catástrofe; sin embargo, lo que sí será evidente es que el número de víctimas sería menor si la rapacidad urbanizadora de las autoridades hubieran evitado colocar un aeropuerto en medio de una ciudad. Desgracidamente, no será el último de los accidentes con este perfil..

Fuente: ElPaís.com, 19 julio 07

Por último, para quienes deseen continuar con este tipo de reflexiones, recomendamos varias visitas:


O la consulta de ciertos libros fundamentales:


martes

Arquitectura, ostras y transparencia opaca en Dunkerque.

Ostras en Dunkerque, docenas de baratísimas ostras (y buen vino blanco) junto a los reactores de la Central Nuclear que alimentaban la voracidad eléctrica de la cubas electrolíticas de Aluminium Péchiney (Loon-Plage). Algunos decían que eran ostras mutantes, pero estaban deliciosas. Me gustaba sentarme junto a las ventanas de aquellos pequeños hoteles azotados por el viento y la arena, mirando esas playas infinitas, comprobando que nunca, nadie, se tumbaba en las hamacas (al menos yo no lo ví).
Alojado en el Hôtel Pas de Calais de Gravelines estuve un par de meses en la Aluminería de Dunkerque, trabajando para el despacho de ergónomos de Jacques Christol. Mi misión, la de un joven ergónomo, evaluar los estragos de una concepción arquitectónica sin muros, una oficinas diáfanas, acristaladas, "transparentes": las necesidades de reserva, confidencialidad o simplemente el ruido generado por los flujos espontáneos y desordenados de ingenieros, operadores y proveedores, los desequilibrios térmicos y de iluminación habían terminado por provocar la aparición (tan frecuente en la oficinas modernas ¿no es así?) de todo tipo de parapetos y barricadas que daban a la oficina un aspecto lamentable, como de chabola high-tech. Trabajar allí se había convertido en un suplicio para casi todos.
Hasta un ergónomo con poca experiencia puede estudiar, dimensionar y cruzar las necesidades de las personas (de reunión, de uso del equipamiento, de confidencialidad, de recogida de información auditiva y visual, etc...), el tránsito de equipos, personas, de visitas, la señalética y los requerimientos medioambientales de cada uno de los puestos. Como resultado podrá proponer, simular y validar una estructura nueva del espacio de trabajo, una geometría sociotécnica adaptada a las necesidades de las personas, a las exigencias de calidad y productividad. Y así hicimos para recuperar una transparencia que comenzaba a ser opaca. Hicimos un buen trabajo, pero tuvimos que hacer compatible una cierta filosofía de concepción arquitectónica con las verdaderas necesidades funcionales de las personas, algo que no siempre ocurre en los proyectos arquitectónicos...

lunes

La sinécdoque de la usabilidad

Hace muchos años, en un país no muy lejano, lo que hoy se denomina usabilidad era conocida por "ergonomía del software". Era una época en la que mi amigo Raymond Lucongsang escribió L'ergonomie des logiciels junto con Anette Valentin (1987) y en el Instituto Nacional de Investigación en Informática y Automática (INRIA, Rocquencourt) , Bastien y Scapin desarrollaban los brillantes Ergonomic Criteria for the Evaluation of Human-Computer Interfaces (1993).
Hago referencia a estos dos títulos no por melancolía, sino porque parecen haber desaparecido de la reflexión científica sobre los fundamentos del diálogo hombre-máquina, todo ello para dar paso a eso que se ha dado en denominar la heurística de la usabilidad. En esta heurística -extraño cóctel de distintas procedencias preparado por Jakob Nielsen-, no se trata tanto de saber por qué es conveniente presentar la información de tal o cual manera (desde el punto de vista de los fundamentos fisiológicos o cognitivos de la percepción, la exploración visual o la memoria) sino de saber, por ejemplo, que un menú a la izquierda de la pantalla "funciona" mejor que en otro lugar.
Creo que no me molesta tanto la desidia teórica que acompaña a esta manera de concebir el HMI como el adanismo que supone pensar que antes de la usabilidad no hay precedentes científicos, por no hablar de esta simplificación por la que ser arquitecto de la información o experto en usabilidad obliga simplemente a conocer esta heurísticas, hacer "análisis de uso" quick and dirty y aplicarlas en el desarrollo de páginas web agradables y fáciles de usar: como los escaparatistas, que saben dónde se debe poner tal o cual producto de tal o cual color pero no saben porqué.


Por último, el principal problema de "esta" usabilidad es que toma la parte por el todo: la usabilidad no sólo puede entenderse como la usabilidad web, la usabilidad de la interacción entre seres humanos y máquinas (incluidos los ordenadores) incluye muchas más cuestiones -y no pocas más complejas- que las ligadas a la interacción con la web; por ejemplo los problemas de usabilidad de las aplicaciones industriales, que tanto preocupan al Consorcio del Abnormal Situation Management.



jueves

La próxima catástrofe

El título del ultimísimo libro de Charles Perrow The Next Catastrophe. Reducing Our Vulnerabilities to Natural, Industrial and Terrorist Disasters (Princeton University Prees) no puede ser más atractivo.
Desde su clásico Normal Accidents, Perrow no había vuelto a insistir en su conocida tesis sobre el "precio" de la evolución tecnológica, a saber, la tremenda complejidad asociada a nuestros sistemas de producción de energía -particularmente el nuclear y la petroquímica-, de transporte o de defensa, conlleva la aparición cierta del fallo, del accidente y de la catástrofe.

Los elementos de protección tecnológica u organizativa, la formación y el entrenamiento de los operadores de estos sistemas, no es suficiente porque, paradójicamente, esto añade nuevas formas de complejidad. De este modo, era previsible -y coherente- que la tesis de The New Catastrophe girara en torno a una idea, -influida sin duda alguna por el September 11 y el Hurricane Katrina-: para reducir las causas naturales, organizativas o deliberadas de los desastres se debe reducir la talla, el nivel de concentración y la complejidad de las infraestructuras de energía, de las industrias químicas, etc... La simplicidad aparente de la tesis -que puede compartirse o no- no quita una pizca de interés a la lectura de este libro, sólido y de muy agradable lectura. El que les escribe es más partidario de otra mirada sobre la seguridad de los sistemas, la conocida como seguridad ecológica, de la que hablaré uno de estos días.
Desde el punto de vista de la seguridad operacional, pueden leerse otros argumentos técnicos y científicos distintos a los de Perrow en el libro de Hollnagel, Woods y Leveson Resilience Engineering. Concepts and Precepts (Ashgate).

martes

Ergonomía en la Estación Orbital MIR

En recuerdo de Thierry Pasdeloup, que nos dejó un día de abril de 2007.

"Los astronautas rusos son como fontaneros, lo arreglan todo, no son como los americanos", decia Thierry cuando estaba desarrollando los protocolos de entrenamiento de los cosmonautas y los procedimientos para operar el equipamiento científico embarcado en la Soyuz con rumbo a la MIR.
Thierry Pasdeloup
fue el responsable del desarrollo de los
microprocedimientos franco-rusos que se utilizaron en los experimentos científicos de las misiones ANTARES y Altaïr del CNES, junto con la agencia rusa NPO-Energia.
Su aportación a la historia de la ergonomía es importantísima: fue capaz de "entender" las condiciones de trabajo extremadamente rigurosas de los astronautas durante una misión y aplicar este conocimiento a aspectos claves de la actividad del astronauta. La fiabilidad, la seguridad y en definitiva el "éxito" de la misión dependían de la capacidad de los astronautas para llevar a cabo experiencias científicas en las que debían aplicar procedimientos para los cuales habían sido entrenados de forma intensiva. Sin embargo muchas de los experimentos fracasaban (con unas terribles consecuencias económicas) por la dificultad para aplicar estos complicados protocolos cientifícos -elaborados por los mismos científicos- en condiciones de falta de sueño, estrés, trastornos fisiológicos... y falta de gravedad. Thierry me mostraba con orgullo cómo habia sido capaz de transformar ("operacionalizar") los procedimientos para realizar experimentos de electroforesis en microgravedad -de decenas de páginas- en un esquema plastificado bilingüe que resultaba cómodo, fiable y útil para los astronautas; o la experiencia ILLUSIONS, que estudiaba los mecanismos nerviosos que permiten la adaptación de las funciones sensorimotrices en microgravedad:


Fue un excelente compañero y amigo, un gran profesional con el que tuve el placer de trabajar y de beber el vodka (polaco) que nos traían las tripulaciones rusas cuando venían a Toulouse. Brindábamos por la vieja MIR y nos comíamos el caviar con cucharas de sopa y rebanadas de pan de centeno.
En la portada de uno de los ejemplares del excelente resumen de su trabajo, publicado en la revista
Performances Humaines & Techniques -un monográfico titulado "Los vuelos espaciales habitados"-, puedo leer su dedicatoria: "Pour Jesus, mon ibérique preféré". Le echo mucho de menos.

lunes

Sufrimiento y muerte en el trabajo

Existe en nuestro país un extraño sentimiento de impotencia ante las cifras que enumeran la hemorragia de muertes y accidentes que se producen en el trabajo.


Fuente: EL PAIS, 16 julio 1007
Yo diría que todavía prevalece esa dramática y silenciosa percepción colectiva de que los riesgos, la penosidad y el sufrimiento en el trabajo son consustanciales al hecho mismo de trabajar... y si las leyes son, de algún modo, el reflejo del sentir colectivo, la Ley de Prevención de Riesgos sólo será útil cuando la sociedad en su conjunto rechace públicamente esta idea de fatalidad y acabe con la banalización del sufrimiento y la muerte en (o por) el trabajo. Yo tengo la impresión de que en otros países la sociedad ya no tolera lo intolerable. Sigo el caso francés desde hace años pero estoy sorprendido (más bien admirado) de cómo las cuestiones ligadas a la salud y el bienestar en el trabajo son una preocupación social que se refleja en sus libros y revistas, también en los debates de los grandes medios de comunicación. Recientemente he visto como Envoyé Spécial, una especie de Informe Semanal francés abordaba con rigor un reportaje sobre los últimos suicidios por el trabajo que se han producido en Francia, todo ello a la hora de máxima audiencia ("Le travail... Peut-il tuer?") . Le Monde Diplomatique aborda la cuestión -puede verse en su edicion española del mes de julio- con un excelente artículo de Thébaud-Mony: Violencia y Muerte en el Trabajo. Así mismo no son pocos los libros que son referencias en materia de sufrimiento y malestar en el trabajo: Le travail intenable ("El trabajo insostenible", de Laurence Théry), Les désordres du travail ("Los desórdenes del trabajo", de Philippe Askenazy) y, sobre todo, Souffrance en France y Travail Usure Mental ("Sufrimiento en Francia" y "El desgaste mental en el trabajo") de Christophe Dejours...
Este debate de ideas no se ha producido todavía aquí, y debemos estar preparados para participar activamente en él... La editorial Modus Laborandi tratará de favorecer esta reflexión colectiva mediante la traducción y publicación -a lo largo del próximo año- de algunos de los textos arriba reseñados. Estoy seguro que se hablará de ellos.
Mientras tanto, le recomiendo que vea en vivo y en directo de lo que estamos hablando:


viernes

Busque y compare, pero... ¿cómo?

Pobres clientes, o pobre ergonomía, todo ello según se mire. Nunca hubo un marco legal que promoviera tanto nuestra práctica profesional, nunca hubo tantas empresas interesadas por nuestros servicios, nunca hubo tantos ergónomos en España...
Sin embargo el horizonte es abracadabrante: se llama proyecto, intervención o estudio ergonómico a casi cualquier cosa que dice hacer una persona que pertenece a una Mutua, Sociedad de Prevención, Organismo Universitario, Ente Público o Empresa. La heterogeneidad (o mejor el batiburrillo) es tal que los pobres clientes no saben lo que contratan ni su duración, ni su metodología, tampoco disponen de garantías mínimas sobre los resultados. Unos proponen una presencia exhaustiva sobre el terreno, otros no lo consideran necesario (ir al terreno es tedioso y normalmente, sucio), algunos sólo trabajan por teléfono y, según mis informaciones, ciertos universitarios aplican el modelo IKEA de práctica profesional: venga aquí, se lo explicamos (o se le vendemos en unos apuntes) y luego usted se lo monta en casa. Y lo que es peor, los precios: salvo en la de cantante o torero, no creo que exista ninguna profesión con mayores diferencias en los honorarios profesionales; hoy es posible que un mismo problema pueda ser multiplicado o dividido por 10 sin que el cliente tenga posibilidad alguna de evaluar estas diferencias. Esto es debido a la falta de escrúpulos de no pocos oportunistas, también a la competencia desleal que llevan a cabo, sin ningún miramiento, ciertos profesionales de lo público que desde sus despachos "sólo" repercuten en sus tarifas lo que buenamente consideran necesario ganar él y sus becarios (no es cosa suya el coste de la formación de los más jóvenes, el pago de salarios, la adquisición y mantenimiento de los equipos informáticos, el alquiler de las oficinas o el pago de la factura del teléfono).
Esto tiene muy mal aspecto y consideramos necesaria algún tipo de acción reguladora por parte de las Administraciones.
Mientras tanto, recomendamos a nuestros amables clientes que sigan las directrices dadas en los bancos documentales de las mejores instituciones europeas, como el INRS:

jueves

En los suburbios de la medicina

Este es el título del primer capítulo del libro más personal que probablemente haya escrito un ergónomo: Quand voyagent les usines. Essai d'anthropotechnologie (Paris, Syros, 1985), de Alain Wisner. La Sociedad de Ergonomía en Lengua Francesa (SELF) ha hecho posible que este texto se pueda descargar de forma gratuita desde su página web (www.ergonomie-self.org):


Alain Wisner (1923-2004) fue uno de los gigantes de nuestro oficio. Fundador de la SELF, fellow de la IEA y Director durante décadas del Laboratoire d'Ergonomie del CNAM, creó el pensamiento antropotecnológico. Conocí a este médico y psicólogo en 1990, cuando ya estaba a punto de convertirse en profesor emérito y yo era un investigador extranjero en su laboratorio. Tutorizó mis estudios como ergónomo y me invitó a participar en su seminario sobre antropotecnología, seminario en el que conocí a no pocos ergonómos indios, africanos, brasileños. A sus 65 años tenía un extraordinario porte con su traje de tweed y sus zapatillas deportivas, con un estilo desaliñado muy propio de los profesores ingleses y norteamericanos, que tanto le respetaban. En la corte wisneriana de Gay-Lussac 41 (sede del laboratorio) se respiraba el fin del reinado -llegaba su sustituto, el profesor Pierre Falzon- y todo parecia regirse por el rígido protocolo borgoñón, en los intercambios científicos, en las tutorías docentes, en las pausas para el café; yo provenía de ámbitos académicos menos tradicionales o, si se quiere, más informales. Aquel espacio me marcó para siempre y el recuerdo Alain Wisner ha sido siempre un modelo de comportamiento científico y profesional. Guardos dos souvenirs del viejo profesor: uno, andando por la calle Atocha de Madrid, manteniendo una de esas conversaciones que tanto le gustaban: anécdotas de otro mundo imbricadas en reflexiones teóricas del más alto nivel (mezclaba con maestría la sociología de Friedmann, la historia y la más reciente ergonomía cognitiva con alguna anécdota sobre los agricultores filipinos). El último recuerdo es más pintoresco... paseaba yo por el Pelourinho de Salvador de Bahía con Karim Meckassoua -quien poco más tarde sería ministro en la República Centroafricana de Zaire- cuando me topé con Alain Wisner rodeado de mendigos; llevaba una de aquellas imposibles camisas hawainas: nunca más volvería a verle. Allá donde esté seguro que lo observa todo con el mayor cuidado...
La obras de Alain Wisner están disponibles en la Editorial Octarès de Toulouse

miércoles

Argumentación y Ergonomía

Merece una felicitación Rafael de Francisco, director de La Mutua por su último número "La ergonomía: más allá de la biomecánica"


Como dice con frecuencia mi amigo y colega Pepe Cañas, no es común encontrar publicaciones de ergonomía que no hablen de las medidas de una mesa y este es el caso de esta publicación. Recomendamos especialmente la lectura del artículo de François Daniellou "Referencias para enfrentarse a los trastornos músculo-esqueléticos": se trata de un texto brillante y profundo, alejado del tipo de reflexiones a los que estamos acostumbrados cuando leemos sobre TMEs. Por otro lado, he tenido el gusto de participar en este número con un artículo titulado "La argumentación en ergonomía: la dinámica de los proyectos industriales y la construcción de soluciones": me gustaría conocer su opinión sobre los puntos de vista que presento en este texto.

lunes

Comprender el trabajo para transformarlo

Inspirado por el título del libro más influyente en "ergonomía de la actividad" Comprendre le travail pour le transformer. La pratique de l'ergonomie (www.anact.fr) he creado este blog como un medio para dialogar con los amigos y clientes de Ergotec, también con aquellas personas interesadas por la teoría, la metodología y las técnicas de investigación en ergonomía.
Estas invitado a participar...