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lunes

Retratos de ergónomos: François Daniellou


Ha estado estos días por Madrid, hablando de las nuevas fronteras de la ergonomía y del papel del ergónomo en esta crisis en la que el trabajo y su organización son un asunto, a mi parecer, central. Pero el verdadero motivo de su visita ha sido la presentación del libro "Comprender el trabajo para transformarlo. La práctica de la ergonomía" publicado por nuestra editorial, Modus Laborandi, en Fundación Mapfre. Recomiendo desde aquí el breve texto de su conferencia, no deja indiferente.


Conozco a François Daniellou desde 1989. Profesor de "Ergonomie & Projets Industriels" y tutor de Travaux Pratiques (TPB, origen del libro que vino a presentar a Madrid), en el Labo del CNAM -41, Gay Lussac, Paris-, no ha dejado de deslumbrarme desde entonces por su brillante pensamiento y su proverbial capacidad pedagógica. La ergonomía le debe la rigurosa formalización de conceptos teóricos y metodológicos capitales en los procesos de concepción y diseño, incluidos los proyectos arquitectónicos.
Su fulgurante carrera profesional le ha llevado a ser catedrático del Laboratorio de Ergonomía en el Instituto Politécnico de Burdeos, donde desarrolla una actividad docente por la que acaba de obtener un merecidísimo premio concedido por la Asociación Internacional de Ergonomía (IEA). Una de sus iniciativas más interesantes es la organización, con carácter anual, de unas Jornadas sobre la Práctica Profesional en la Universidad de Burdeos: todos los ergónomos deberían reservar unos días en el mes de marzo para asistir a esta interesante experiencia de intercambio teórico y práctico entre profesionales y universitarios, experiencia que ha cumplido su decimoquinto aniversario.
He tenido el íntimo placer de trabajar con François para el sector de la energía nuclear. Hemos conversado muchísimo de literatura (tiene un gusto exquisito, que no excluye la espada de nuestro Alatriste) y de las cuestiones epistemológicas que afectan a nuestra profesión, por la que sigue guardando, después de tanto tiempo, una gran pasión. No es raro descubrir en él la mirada curiosa y el oído atento del verdadero científico. Tengo el gusto de ser su amigo y de recibir sus consejos dentro del comité editorial de Modus Laborandi, todo un lujo para nuestra maison d'édition.

martes

Un día particular, a la puerta de las vacaciones...


Salí de la casa parisina de mi querido amigo Juan Alonso, gran saxofonista, nuestro mejor semiótico exiliado e insustituible compañero de fatigas desde hace veinte años. Aquejado de melancolía, tomé un café frente a mi viejo laboratorio de la calle Gay-Lussac, en el Café des Ursulines, desde donde tantas veces vi salir y entrar al viejo Wisner.
Hacía un día estupendo y caminé por el Boulevard Saint Michel hacia su confluencia con el Boulevard Saint Germain; me detuve en la esquina de la Rue des Écoles, giré a la derecha y, antes de pasar por la fachada de la Sorbona, comprobé que Marcelo Mastroianni y Sofía Loren siguen igual de jóvenes en las carteleras del cine del barrio (Una gionata particolare).
Crucé la calle y saludé al viejo Michel de Montaigne, que sonriente y escéptico vigila de reojo al Collège de France. Tras cruzar la sombra de unos castaños centenarios del Square Michel Foucault, atravesé su patio de empedrado irregular y entré en una de las salas en las que tuvo sus laboratorios Claude Bernard.
Allí asistí a uno de esos espectáculos intelectuales que París brinda con frecuencia, el seminario "Trabajo, Identidades, Oficio: ¿qué metamorfosis?". Los mejores intelectuales e investigadores de las ciencias humanas y sociales del trabajo en Francia, los responsables de empresas y administración pública, hablando ante una sala abarrotada de público, en medio del cual un jovencísimo Jacques Leplat de 90 y tantos escucha con interés de estudiante...
Como no podía ser menos, allí encontré a los autores de Modus Laborandi, a Hollnagel, Askenazy, Daniellou, Guérin, Clot... ¿hay mejor manera de comenzar las vacaciones?
Bendita pereza, benditas vacaciones

miércoles

Argumentación y Ergonomía

Merece una felicitación Rafael de Francisco, director de La Mutua por su último número "La ergonomía: más allá de la biomecánica"


Como dice con frecuencia mi amigo y colega Pepe Cañas, no es común encontrar publicaciones de ergonomía que no hablen de las medidas de una mesa y este es el caso de esta publicación. Recomendamos especialmente la lectura del artículo de François Daniellou "Referencias para enfrentarse a los trastornos músculo-esqueléticos": se trata de un texto brillante y profundo, alejado del tipo de reflexiones a los que estamos acostumbrados cuando leemos sobre TMEs. Por otro lado, he tenido el gusto de participar en este número con un artículo titulado "La argumentación en ergonomía: la dinámica de los proyectos industriales y la construcción de soluciones": me gustaría conocer su opinión sobre los puntos de vista que presento en este texto.