Invitado por Wisner, comencé a asistir a aquel seminario convencido de que se analizarían grandes proyectos de transferencia de tecnología (como en parte así fue) pero la gran sorpresa me la deparó Rabindra Nath Sen, pretigiosísimo ergónomo indio (Universidad de Calcuta, Indian Society of Ergonomics) que pertenece a ese colectivo de antropotecnólogos avant la lettre. Durante una hora realizó un recorrido por las herramientas tradicionales de los agricultores de su país y cuantificó las mejoras biomecánicas que ahorrarían tiempo y muchísimos esfuerzos inútiles a tal vez cientos de miles de trabajadores.
Tuve la suerte de escuchar el diálogo de Nath Sen y Wisner: el 90% de los ergónomos trabajan para el 10% de los trabajadores (astronautas, pilotos, controladores, informáticos) y el 10% de los ergónomos trabajan para el 90% de los trabajadores (agricultores pobres en su mayoría...). No puede hacerse afirmación tan certera, tan reveladora y justa.
