martes

Ergonomía en la Estación Orbital MIR

En recuerdo de Thierry Pasdeloup, que nos dejó un día de abril de 2007.

"Los astronautas rusos son como fontaneros, lo arreglan todo, no son como los americanos", decia Thierry cuando estaba desarrollando los protocolos de entrenamiento de los cosmonautas y los procedimientos para operar el equipamiento científico embarcado en la Soyuz con rumbo a la MIR.
Thierry Pasdeloup
fue el responsable del desarrollo de los
microprocedimientos franco-rusos que se utilizaron en los experimentos científicos de las misiones ANTARES y Altaïr del CNES, junto con la agencia rusa NPO-Energia.
Su aportación a la historia de la ergonomía es importantísima: fue capaz de "entender" las condiciones de trabajo extremadamente rigurosas de los astronautas durante una misión y aplicar este conocimiento a aspectos claves de la actividad del astronauta. La fiabilidad, la seguridad y en definitiva el "éxito" de la misión dependían de la capacidad de los astronautas para llevar a cabo experiencias científicas en las que debían aplicar procedimientos para los cuales habían sido entrenados de forma intensiva. Sin embargo muchas de los experimentos fracasaban (con unas terribles consecuencias económicas) por la dificultad para aplicar estos complicados protocolos cientifícos -elaborados por los mismos científicos- en condiciones de falta de sueño, estrés, trastornos fisiológicos... y falta de gravedad. Thierry me mostraba con orgullo cómo habia sido capaz de transformar ("operacionalizar") los procedimientos para realizar experimentos de electroforesis en microgravedad -de decenas de páginas- en un esquema plastificado bilingüe que resultaba cómodo, fiable y útil para los astronautas; o la experiencia ILLUSIONS, que estudiaba los mecanismos nerviosos que permiten la adaptación de las funciones sensorimotrices en microgravedad:


Fue un excelente compañero y amigo, un gran profesional con el que tuve el placer de trabajar y de beber el vodka (polaco) que nos traían las tripulaciones rusas cuando venían a Toulouse. Brindábamos por la vieja MIR y nos comíamos el caviar con cucharas de sopa y rebanadas de pan de centeno.
En la portada de uno de los ejemplares del excelente resumen de su trabajo, publicado en la revista
Performances Humaines & Techniques -un monográfico titulado "Los vuelos espaciales habitados"-, puedo leer su dedicatoria: "Pour Jesus, mon ibérique preféré". Le echo mucho de menos.

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