miércoles

El hombre como palacio industrial

Creo que este video, con resonancias del Moteur Humain de Jules Amar o Metrópolis de Lang es tan sugerente que no merece ningún comentario. Está inspirado en el famoso póster de Fritz Kahn: Der Mensch als Industriepalast [El hombre como palacio industrial] de 1926. 



viernes

El decálogo apócrifo de Jacques Christol sobre la práctica profesional

Hay que acercarse con mucho cuidado a Jacques Christol, el señor que aparece en la foto. Si eres ergónomo quedarás atrapado por su estilo, la brillantez de sus ideas, las interesantísimas anécdotas de su vida profesional.
Hace unas semanas fui a visitarle, algo que hago con tanta frecuencia como me es posible y, desde luego, siempre que paso por Toulouse, a la Grande Rue Nazareth, donde trabajé con su equipo.



A modo de agradecimiento por este nuestro último encuentro, voy a recoger en La ergoteca una pequeña nota que escribí en el homenaje que sus amigos, colegas y discípulos le dimos hace unos años en la Universidad de Burdeos. Dado que quienes le conocen bien alabaron el trazo del retrato, quienes no le conocen se harán una idea del personaje, imprescindible en la historia de la ergonomía.

El texto tiene por título "Decálogo apócrifo de Jacques Christol sobre la práctica profesional".

Buenos días Jacques, buenos días a todos.
Decía el año pasado, a propósito del uso de la retórica en situación de intervención, que mis propios errores y las enseñanzas de Jacques Christol han marcado mi práctica profesional.
Utilicé algunos ejemplos del estilo de gestión del proyecto de Jacques para dejar constancia de la riqueza de registros argumentativos que es necesario emplear en este oficio, oficio que persigue analizar y transformar el trabajo. Al hilo de estas ideas, intenté mostrar que la práctica del análisis del trabajo no garantiza, por sí sola, este objetivo de transformación y que las estrategias argumentativas no deben ser entendidas como argucias profesionales, sino como un elemento estructural de la intervención.

Sin embargo este año me gustaría ser menos serio, aunque no menos riguroso, ya que mi objetivo es también mostrar otros aspectos que considero importantes de la gestión de la intervención. Y para eso voy a utilizar un viejo manuscrito encontrado cerca de la Rue Nazareth de Toulouse. Algunos reputados ergónomos atribuyen su contenido a Jacques Christol y en determinados círculos profesionales este manuscrito comienza a ser conocido como el “Decálogo apócrifo de Jacques Christol sobre la intervención”.

Paso, por tanto, a dar lectura a estas antiguas enseñanzas:

  • 1. Nunca practicarás el pérfido diagnostique court: la intervención es una construcción que persigue comprender y transformar las representaciones de un cliente sobre el problema. La acción sólo es posible si está basada en las relaciones de confianza. Sólo es posible la transformación a partir de la acción y el coste de la adquisición de la confianza que permite esta acción transformadora es elevado. Sobre todo es prolongado en el tiempo. En una esquina del manuscrito -que alguien seguramente quiso quemar-, aparecen varias anotaciones, aparentemente escritas con sangre, entre las que puede leerse con claridad il faut du temps
  • 2. Nunca pensarás que la intervención es sencilla: seguramente, tras unos días de intervención, pensarás haberlo entendido todo, después de dos semanas comprenderás que no has entendido nada. Ser creíble en la industria implica ser profesionalmente riguroso, con las teorías, los métodos y las técnicas del oficio. En el manuscrito hay una expresión casi borrada por la humedad que dice «vous savez, c’est compliqué». 
  • 3. Elige a tus clientes, elige a tus interlocutores, elige los momentos: Es necesario identificar cuanto antes los márgenes de maniobra de nuestro cliente, ya que hay una relación directamente proporcional entre el éxito de la intervención y los márgenes de maniobra de nuestro interlocutor. Un objetivo mayor de la intervención es ser escuchado por quienes pueden tomar verdaderas decisiones. 
  • 4. Establece relaciones sólidas con tus clientes, sé disponible, se cómplice. La aparición y el asentamiento de las relaciones de confianza hacen progresar a la palabra en detrimento de los informes escritos. La palabra se mueve en el mar de la confianza y es necesario navegar con las velas bien desplegadas. 
  • 5. Cuida a tu cliente y protégete de él. Es necesario buscar el significado de la acción de los operadores, pero es también muy importante conocer los intereses, las motivaciones y los riesgos que corre nuestro cliente cuando asume nuestras recomendaciones como propias. El ergónomo deber ser motor de la acción transformadora, nunca vehículo del conflicto. Es por tanto necesario acompañar a nuestros interlocutores de manera continuada. Pero hay que tener cuidado, es posible que el cliente necesite matar al ergónomo en algún momento del proyecto. 
  • 6. No seas indiscreto. El Oráculo Manual, Arte de la Prudencia del jesuita y escritor renacentista Baltasar Gracián recomienda como un arte estratégico el ejercicio de la discreción. La intervención y el análisis del trabajo conllevan formas de compromiso de enorme magnitud. Es necesario saber escuchar y saber preguntar, pero sobre todo es necesario saber callar. Una anotación del Decálogo apócrifo muy discutida por los expertos, ya que se piensa que es una anotación muy posterior al manuscrito original es la siguiente: «fais gaffe au vin quand tu bouffes avec un client». 
  • 7. Se paciente y modesto: Los agricultores de Ouveillan dicen que no se puede hacer crecer la viña tirando del tronco y tienen toda la razón. No siempre es fácil hacerse entender, ni siquiera hacer valer nuestro trabajo, es necesario por tanto perseverar y ser paciente a lo largo de la intervención. El manuscrito nos consuela al recordarnos que, en realidad, «seuls nous comprennent les gens qui sont intelligents» 
  • 8. No trabajes solo: El proyecto está por encima del ergónomo, llama a tus colegas, discute, contrasta tus hipótesis pero, sobre todo, huye de las reuniones multidisciplinares como de la peste. 
  • 9. Duerme cuando puedas, come cuando puedas, mea cuando puedas. Esta parte del decálogo no es original, ya que se trata de una recomendación que un viejo servidor de la casa del rey del España dio a su sucesor en el cargo. Sin embargo, un copista la ha recogido en el decálogo como una máxima a tener en cuenta durante la intervención. En un viejo latín bañado por la Garonne, Carpe Diem Ergonomicus: aprovecha las oportunidades que te ofrece la situación en el taller o en el despacho de la dirección, deja tu propia planificación para adaptarte a la situación, quizá la única o la última para comprender la naturaleza del problema que estás abordando. 
  • 10. La vida es una cuesta, para ser feliz en la vida hay que trabajar mucho y amar aún más: Extraño y enigmático final del decálogo, quizá una máxima epicúrea corrompida por una larga vida de ejercicio de la profesión y de la amistad. 
Gracias por tu generosidad, Jacques.

jueves

Envejecer en el trabajo

Quizá fascinado por las innumerables paradojas que rodean al deterioro físico y a la adquisición de experiencia y conocimiento que conlleva el envejecer, la problemática que afecta al final de una carrera profesional siempre me han parecido muy relevantes para el ergónomo. También las lecturas de los trabajos del gran A.T. Welford tienen su parte de responsabilidad en este interés, que expuse hace más de una década al denunciar los estragos que provoca, en mi opinión, una política inadecuada de jubilaciones dentro de la industria, cuyo efecto más inmediato es la pérdida de memoria colectiva y cualificación, ese patrimonio empresarial tan crítico como intangible.

El envejecimiento y la jubilación vuelven a estar en los medios de comunicación y el parlamento. Con un evidente movimiento pendular, si bien hace unos años las preocupaciones oscilaban hacia la jubilación prematura o anticipada, la situación económica y su relación con la demografía han llevado el asunto al extremo opuesto, el que habla de prolongar la edad de la jubilación.


¿Qué puede decir un ergónomo ante este hecho? ¿Qué edad es la idónea para dejar de trabajar? ¿Cuánto puede prolongarse? ¿Es la cuestión de las capacidades humanas las que están en el centro del debate? Ya abordé en parte el asunto al ligar en este blog el envejecimiento con la sostenibilidad, pero los problemas que afectan envejecimiento y el final de la vida laboral tienen muchos más puntos de anclaje y no pocas aristas. Haré algunos apuntes que me parecen relevantes:

1. Desde el punto de vista fisiológico, nos encontramos ante una variabilidad enorme en el estado físico de los trabajadores que sobrepasan los cincuenta años. El tipo de actividad que se ha ejercido y la penosidad física que ha llevado asociada (esfuerzos, lesiones, turnicidad, trabajo a la intemperie...), el tiempo durante el que se ha realizado, los hábitos de vida (alimentarios, deportivos, etc...), así como la constitución física, la dotación genética, etc.. llevan a que algunos individuos puedan realizar ciertas actividades después de los 60 o 65 años y que, para otros, esas mismas actividades, sin embargo, no puedan seguir realizándose más allá de los 50 y tantos. Incluso algunos trabajos que pueden ser calificados de sedentarios o que conllevan una actividad física moderada pueden conllevar un desgaste físico o postural que dificultan su ejercicio más allá de una edad avanzada. En todo caso, es evidente que existe un deterioro general progresivo de las capacidades físicas más allá de los 50 años, lo que termina por ser discapacitante para realizar no pocos trabajos.

2. Desde el punto de vista psicológico y cognitivo, es indudable que la pérdida constante de nuestro patrimonio neuronal viene compensado con el enriquecimiento y plasticidad de las relaciones que establecen las células nerviosas dentro del cerebro. Con el paso del tiempo los trabajadores, si bien pierden memoria y otras capacidades cognitivas se ven algo más limitadas, adquieren una experiencia que se concreta en conocimiento pertinente, contrastado y depurado, un conocimiento que -salvo enfermedad neurológica- no cesa hasta el momento de la muerte. No pocos científicos afirman que la actividad mental ligada al trabajo supone un buen remedio preventivo precisamente contra el envejecimiento y la enfermedad mental. Pero todo esto no es válido para los trabajos agresivos con la vida mental de los individuos, aquellos que por su carácter monótono y repetitivo, o por el contrario, aquellos que conllevan una excesiva presión temporal en la decisión y la acción en entornos dinámicos y/o complejos, recomienden un oportuno retiro. De nuevo sería difícil establecer una generalización.


3. Desde el punto de vista social, el trabajo es un factor de integración y estructuración social en la Comunidad y, por la vía del oficio, de desarrollo personal en el colectivo de trabajo. Salvo situaciones de patología organizativa (que, desde luego, existen), es rara la persona que desearía jubilarse para perder esos valores, ese capital social. Es conocida la dificultad que tienen muchos trabajadores para normalizar su vida como jubilados, perdidos sin lo que, para no pocos, ha sido el motivo y el motor de su existencia.


Pero, al parecer, el debate no se encuentra en la reflexión científica sobre las capacidades o aptitudes, sino en la presupuestaria. Los gobernantes, ajenos al devenir de la vida en la empresa y centrados exclusivamente en los aspectos sociodemográficos (por otro lado determinantes, sin duda), hablan de prolongar la vida laboral como si ello fuera exclusivamente una cuestión normativa. Sorprendentemente, las tendencias organizativas actuales en la empresa (ajenas a los deseos del político y en muchos casos, a toda lógica) fomentan los "valores" de la juventud (flexibilidad y adaptabilidad, bajo coste, imagen de lozanía...) y rechazan al trabajador mayor, al que consideran un estorbo para la modernidad y la competitividad (caros, rígidos, resistentes al cambio, de salud frágil...). Pero, ¿qué es ser "mayor" hoy en día? Las estadísticas de los servicios de empleo nos señalan las enormes dificultades que tienen los desempleados de más de 45 años para encontrar un empleo. De hecho es bastante improbable que un desempleado de más de 50 vuelva a encontrar un trabajo.

Esta evidencia coloca el debate en una esfera nueva. Es verdad que, con toda seguridad, muchos trabajadores no admiten una prolongación de la edad de jubilación porque saben que física o psicológicamente no podrán realizar su actividad más allá de la actual edad de jubilación (en España se habla de prolongarla de los 65 a los 67). Pero creo que, como señalaba ayer Eric Fottorino en la editorial de Le Monde, los trabajadores que hacen huelga general y se manifiestan en Francia para que la edad de jubilación no se prolongue de los 60 hasta los 62 años lo hacen porque tienen miedo, miedo de la desprotección, miedo a perder el empleo y a no volver a tenerlo, a caer en la necesidad de recurrir a la asistencia pública. Ante un mundo que cambia a toda velocidad, los trabajadores están deseosos de tener alguna seguridad, alguna certidumbre ante tanta fragilidad como están percibiendo en las relaciones laborales y en sus propias empresas. Eso explicaría en parte que el aumento de la edad de jubilación en Alemania no haya levantado este tipo de protestas... quizá convenga señalar que en Alemania las cifras indican un alarmante déficit de trabajadores cualificados en los próximos años dadas las necesidades de sus empresas.

Estamos por tanto ante un problema de primer orden, que debería movilizar a toda la sociedad y que toca todos los palos de las políticas públicas: no sólo las presupuestarias, (como nos quieren hacer creer), también las de empleo, laborales e industriales, las educativas y las de protección social.
Ya vendremos los ergónomos para que los trabajadores mayores puedan trabajar en las empresas con el máximo de eficacia y de confort, pero será necesario que se crea en la necesidad de estos trabajadores como factor de productividad en nuestro país.

viernes

Nuevas fronteras para el conocimiento del ergónomo: la primatología

Gracias a mi gran amigo Juan Manuel Iranzo he pasado una par de excelentes semanas. Por indicación suya (conoce muy bien mis gustos y Juanma es un sabio) he estado leyendo uno de esos libros que permanecen para siempre en el recuerdo y que se convierten, inesperadamente, en palanca de otros conocimientos que, para asentarse y ser provechosos, necesitan de esos cimientos.
Un libro de esos que te dejan literalmente perplejo porque abren perspectivas distintas al pensamiento, rompen con prejuicios estructurales que estaban revestidos de ciencia. Se trata del  El mono que llevamos dentro del primatólogo, etólogo y biólogo Frans de Waal.



Es un libro escrito con elegancia, aparentemente sencillo porque esconde mucho saber estructurado para la divulgación de calidad. Está lleno de ternura y no carece de sentido del humor. El mensaje del libro se entiende con nitidez y lo reservo para los improbables seguidores de este blog que se atrevan con esa maravilla (ya prácticamente agotada, según mis vecinas e ilustradas libreras de ¡Aquí la Ciencia!).
Además de otras cosas que como humanos deberíamos saber, el libro creo que ofrece ciertas claves teóricas mayores, de gran relevancia -a mi entender- para el ergónomo.

Entiéndase esto como unos modestos apuntes que merecen más extensión, pero éste no es el lugar:

1. La vida colectiva y las interacciones humanas en las empresas no son simples estructuras culturales regladas de forma más o menos estricta, ajenas a nuestros rasgos naturales ancestrales, rasgos que compartimos con otros antropoides (gorilas, bonobos y chipancés). En las comunidades antropoides pervive el conflicto, la manipulación, la lucha por el poder y sus contraprestaciones (alimentación y prerrogativas de tipo sexual). Más allá de interpretaciones meramente técnico-disciplinarias o de cierta sociología que explica el consentimiento y la aceptación de forma abiológica (si puede decirse así), la mirada primatológica ofrece claves del mayor interés para entender la esencia de la estructuración grupal en las comunidades humanas (incluidas las comunidades que trabajan).


2. Los rasgos morales (como la solidaridad, la empatía o la compasión) son también rasgos de nuestros ancestros y tienen múltiples explicaciones de tipo evolutivo. La cooperación es necesaria para el éxito de la comunidad y por tanto un rasgo determinante de las comunidades antropoides y humanas. Crear las condiciones para la cooperación es, de nuevo, un asunto de supervivencia.
3. La idea de inteligencia=lenguaje verbal, tan sobreexplotada por las ciencias humanas, debe matizarse para recuperar otras formas de expresión y transmisión de la información que permiten comunicarse a los animales a los que me refiero. El ergónomo deberá prestar más atención a los mensajes no verbales y a los comportamientos gestuales como parte esencial del análisis de la actividad. Es necesario articular y renovar los métodos de observación hacia aspectos etológicos inexplorados hasta ahora y, para conseguirlo, debemos pedir ayuda a los primatólogos. Esa es una de líneas de investigación que mantenemos en Ergotec al desarrollar nuestra teoría de las señales débiles en el marco de los proyectos de evaluación de carga en actividades complejas y dinámicas.

Ya que los ergónomos decimos que buscamos transformar las situaciones de trabajo a partir del conocimiento del que disponemos sobre los seres humanos, estamos obligados a una vigilancia constante sobre la renovación de ese conocimiento, tanto en el ámbito de las ciencias humanas como en el de la ciencias menos blandas, como la biología, fuente esencial del saber sobre nuestra existencia. Si mi maestro Wisner me leyera asentiría con la cabeza, él, que tanto me insistió para que perseverara en mis estudios de neurociencia...

Descansadas vacaciones, bendita pereza...

¿Hacia dónde se dirige la interacción hombre-máquina? (VI) : Conclusiones



"Any sufficiently advanced technology is
indistinguishable from magic” 
Arthur C. Clarke

Ayer se celebró la conferencia de ISA de la que hablaba en el primer post de esta serie, en la que se presenté las tendencias que, en el ámbito del IHM/HMI, más afectan al control de procesos en la industria de alto riesgo. Antes de señalar algunas de las principales conclusiones y los comentarios realizados por los participantes, quiero agradecer la amabilidad, la sincera curiosidad e interés demostrado por los miembros de ISA, profesionales que representan a la mejor ingeniería de este país. Quiero dar las gracias en particular a Antonio Rodríguez Usallán, responsable de Sistemas de Control e Información Industrial en Air Liquide Iberica de Gases, S.A. y presidente de ISA España.

Conclusiones
  1. Las tendencias hacia la naturalización de la interacción entre seres humanos y máquinas son imparables. El diálogo se va a simplificar, lo que provocará una reducción de la carga de introducción de datos y en la múltiples formas de asistencia y ayuda que podrán ofrecer los sistemas avanzados de control. El buen interfaz parecerá que no existe, que no está, como los buenos traductores simultáneos.
  2. Es necesario entender que estos avances nunca serán posibles sin un profundo respeto por el conocimiento y la experiencia de operación que reside en los colectivos de operadores de control (panelistas, controladores, pilotos etc..). Este respeto se debe concretar integrando a estos operadores en los procesos de especificación, desarrollo, evaluación y validación de cualquier cambio tecnológico que afecte a las formas de operar el proceso. Y esto incluye a los cambios del IHM.
  3. No olvidar las enseñanzas del pasado, en especial los errores debidos a la euforia tecnológica que tanto daño ha hecho a la industria. Los cambios y las innovaciones deberán, a diferencia de otros ámbitos de consumo o entretenimiento, pasar por severas pruebas de rentabilidad, de seguridad, de fiabilidad. Las tendencias citadas sólo se harán realidad en la industria si demuestran que contribuyen a reducir los costes y esfuerzos de formación y entrenamiento de operadores, si ayudan a prevenir y minimizar los efectos del error humano, si reducen los tiempos y costes de paradas y puestas en marcha, si ayudan a diagnosticar los problemas operativos de forma precoz, etc... Si resultan, en definitiva, eficientes.
Para saber más...

AMALBERTI, R. (2009): La acción humana en los sistemas de alto riesgo, Madrid, Modus Laborandi.
CARRETERO N. y BERMEJO A.B. (2005):”Inteligencia ambiental”, Informe del Centro de Difusión de Tecnologías, Universidad Politécnica de Madrid, 61 pp.
CAUCHARD, F., EYROLLE H. , y CELLIER J.-M. (2006): “ Do Visual Signals Extend the Vertical Visual Span in Processing of Expository Text? A Gaze-Contingent Window Study” en ST&D Conference, July 13-14, 2006.
FOEHRENBACH S., WERNER A. K. nig, GERKEN J. ,REITERER H. (2009) “Tactile feedback enhanced hand gesture interaction at large, high-resolution displays” en Journal of Visual Languages and Computing 20, 341–351
HOLLNAGEL, E. (2009): Barreras y prevención de accidentes, Madrid, Modus Laborandi.
KIM G. J., SUNG H. H., HUICHUL Y., CHANGSEOK C. (2004):“Body-based interfaces”, Applied Ergonomics 35 (2004) 263–274.
NORMAN, D. (1990): La psicología de los objetos cotidianos, Madrid, Nerea
PERROW, Ch. (2009): Accidentes normales. Convivir con las tecnologías de alto riesgo, Madrid, Modus Laborandi
RASKIN, J. (2001): Diseño de sistemas interactivos. La importancia de nuestra relación con las computadoras, Mexico, Addison Wesley. 
REASON, J. (2010): La gestión de los grandes riesgos.Principios humanos y organizativos de la seguridad, Madrid, Modus Laborandi
SEBE N., LEW M.S., YUN Y., SUN I., COHEN, GEVERS, T. HUANG, T.S (2007). “Authentic facial expression analysis”, Image and Vision Computing 25, 1856–1863
VARONA J., JAUME-I-CAPÓ, A., GONZÁLEZ J. Gonzàlez, PERALES F. (2009). “Toward natural interaction through visual recognition of body gestures in real-time” en Interacting with Computers 21 (2009) 3–10.
WILSON, F.R. (2002): La mano, Barcelona, Tusquets

lunes

¿Hacia dónde se dirige la interacción hombre-máquina? (V)

[Viene de ¿Hacia dónde se dirige la interacción hombre-máquina? (IV)]


El cuarto y último problema sería: ¿Cómo se previene el efecto de los errores humanos con efectos catastróficos desde el HMI?¿Cómo se debe repartir el trabajo entre seres humanos y máquinas, qué debe hacer cada cual?. ¿Este reparto puede prevenir el efecto de los errores humanos con efectos catastróficos?


Los especialistas en Factores Humanos sabemos que un sistema no puede ser, al mismo tiempo, 100% seguro y 100% flexible. En teoría, un 100% de seguridad sólo se consigue con un 100% de rigidez, todo ello sin contar con los efectos perversos que sobre la seguridad puede tener la hiper-rigidez de los sistemas, como bien saben los expertos del mundo aeronáutico. La cuestión reside en saber "cuánta" flexibilidad se puede introducir en un sistema con las máximas garantías de seguridad. Al mismo tiempo, los sistemas de alto riesgo pretenden evitar la catástrofe mediante la puesta a punto de “barreras” técnicas, organizativas y procedimentales. Estas barreras, a su vez, buscan evitar o limitar los efectos de posibles errores humanos que puedan tener consecuencias catastróficas para la población, la instalación y el medioambiente. A pesar de todo, es raro el día en el que no se diagnostica un error humano como causa de la explosión e incendio de una fábrica, de un avión que se estrella, de una colisión ferroviaria o de la muerte de un paciente.

La formación y el entrenamiento, aunque resultan imprescindibles para operar un sistema complejo, no son suficientes para prevenir el error humano. Se trata de una cuestión de la máxima importancia, porque los sistemas de salvaguarda –ante el error significativo de un operador- no detectan todas las posible eventualidades, “sólo” intervienen en situaciones extremas y, en ciertos casos, pueden ser extremadamente dañinos con la producción. ¿Se avanza en el buen camino?


Cuarta tendencia: mejoras en la robustez y consistencia de los sistemas de advertencia y seguridad a los operadores, en la manera de gestionar los proyectos de desarrollo del IHM.


Quedaron atrás (o deberían hacerlo) los mensajes de advertencia y alarma que no explican ni ayudan a resolver los problemas:



Creo que se está haciendo un gran esfuerzo en este sentido, incluyendo a la mensajería en los programas de ayuda off-line y on-line de la propia aplicación. Estos mensajes han sido, durante muchos años, el caballo de batalla en las comisiones de investigación de accidentes severos. La respuesta la dan los propios operadores, cuando se les ha dado la oportunidad de explicarlo:

- “apareció el mensaje de alarma ¿por qué no lo atendió?”.

- “no se entienden o se olvida qué significan muchos mensajes y, cuando se produce una emergencia, no da tiempo a leerlos”

La tendencia a la simplicidad también se está extendiendo a este ámbito. Tanto como al de las alarmas visuales o acústicas: la racionalización se impone, también para que el sistema de alarma sea una ayuda real para la seguridad de operación y no un obstáculo para llevar el proceso a una situación segura.



Por otro lado, el camino que lleva a la prevención del error humano en los IHM no sólo se centra en la calidad de los mensajes o en la pertinencia de los sumarios de alarmas. Desde la catástrofe nuclear de Three Miles Island se ha impuesto un gran sensibilidad en la aplicación de estándares de diseño que persiguen sistemáticamente las incoherencias (las denominaciones y los códigos deben ser unívocos...), la homogeneidad (el sistema se comporta siempre de la misma manera, los datos se introducen siempre por la misma via...), el feedback inmediato (el sistema informa de lo que hace..).

Creo que este ámbito es, seguramente, el que más ha avanzado o puede avanzar sin esperar a grandes innovaciones tecnológicas, simplemente implementado en los proyectos de desarrollo del IHM una cierta sistemática apoyada en Guías de Estilo para prevenir el error humano en la interacción entre seres humanos y máquinas.

jueves

¿Hacia dónde se dirige la interacción hombre-máquina? (IV)

[Viene de ¿Hacia dónde se dirige la interacción hombre-máquina? (III)]

El tercer problema -y no el menos relevante- sería: ¿ayudan los IHMs a limitar la carga de trabajo ligada a la introducción de datos?¿Cómo articular una verdadera cooperación hombre-sistema, estableciendo una relación de confianza entre ambos?
En los últimos veinte años hemos visto aparecer sistemas avanzados de ayuda a la operación, que ofrecen a quien interactúa con el sistema informaciones, estrategias, presentaciones gráficas, advertencias y alarmas que, en teoría, permiten al operador identificar y diagnosticar problemas, así como las acciones que deben emprender para resolverlos. La otra cara de la moneda es que los sistemas, para “ayudar”, necesitan conocer las variables que afectan al proceso y, sobre todo, saber no sólo lo que hace el operador, sino sus intenciones, lo que quiere hacer.
A mi entender, se trata de una de las grandes paradojas a las que se enfrentan los sistemas avanzados de interacción. Los sistemas pueden ofrecer ayuda y salvaguarda, dar consejos y pistas, actuar de forma autónoma evitando o reduciendo la carga cognitiva del operador humanos... ¡pero deben saber quién es el operador que tienen delante (qué sabe, para qué está capacitado), qué hace (p.e., en el caso de un controlador aéreo, el controlador deber decir al sistema lo que ya le ha dicho al piloto) y qué quiere hacer (para ofrecerle asistencia preventiva o precoz sobre las consecuencias de lo que va a hacer)!.

Tercera tendencia: aparición de sistemas multimodales que reciben la información que necesitan con muy bajo coste de interacción para el operador, con tasas de fallo de interpretación cada vez menores, lo que hace cada vez más fiable la división del trabajo entre seres humanos y máquinas.
Esta tendencia es, con toda seguridad, la más característica del tiempo que nos ha tocado vivir. Son muchas las líneas de investigación y los productos que buscan minimizar este coste de interacción, con el horizonte de naturalizar la interacción hasta límites insospechados. En este amplísimo punto podemos reseñar desde las conocidas tecnologías de reconocimiento de la voz, a todo un grupo de investigaciones que ya se encuentran en un estado de difusión hacia los productos de gran consumo, como son las tecnologías de interacción táctil


Existen muchas razones para creer que estas formas de interacción táctil son la parada más inmediata en el largo camino de las tecnologías de interacción. No es gratuita la enorme aceptación que tienen estos sistemas táctiles de interacción ya que son coherentes con varios millones de años de evolución humana ligados al uso de las manos como herramienta.
Esto supone que prácticamente veremos desaparecer el ratón como dispositivo apuntador, ya que serán nuestros dedos los que mejor comuniquen nuestros actos y deseos a la máquina. Esto tampoco quiere decir que la mano no vaya a seguir conviviendo durante mucho tiempo con dispositivos que potencien su propia capacidad de interacción, pero pasarán a ser dispositivos auxiliares de la interacción táctil. La tecnología de interacción táctil produce una impresión real de reencuentro con la informática como una herramienta manual, lo que la hacer formar ya parte del bagaje de dispositivos que nos acompañan desde tiempo inmemorial, como el martillo o el cuchillo.


Otra línea de investigación muy prometedora y de la que empezamos a tener noticia son las tecnologías emocionales de interacción. El desafío es muy complejo, ya que se trata de que la máquina sea capaz de reconocer estados y deseos del humano con el que interactúa. Las tecnologías de reconocimiento “semántico” de la expresión verbal (velocidad, tono de voz), expresión facial  y gestual (junto con informaciones biológicas sobre temperatura del cuerpo, sudoración, actividad eléctrica del cerebro, frecuencia cardiaca o tensión arterial que acompañan a los llamados “tejidos inteligentes” podrán reconocer estados de ánimo del operador (al que puede “conocer” la máquina por sus identificadores biológicos, como su córnea o el iris de sus ojos y adoptar configuraciones de interacción acordes con dichos estados. En este ámbito, la industria del entretenimiento camina a pasos agigantados, para alegría no sólo de los más jóvenes, también (y sobre todo) de la población que sufre de algún tipo de discapacidad motora que dificulta una interacción convencional con el teclado y el ratón. 
Es notable el avance que este sentido propone toda una corriente de investigación conocida como “inteligencia ambiental”. Para que se me entienda, un entorno (incluidos sus interfaces) serán “inteligentes” si son capaces de adaptarse al usuario de dicho entorno.

Un ejemplo muy sencillo: mi cocina deberá “saber” o “detectar” que mi hijo de seis años está dentro de ella y prohibirá al horno que le deje encenderlo (y además dejará constancia y me informará de este intento por su parte). Sin embargo a mi sí que me permitirá hacerlo y además me ofrecerá la posibilidad de consultar un dispositivo visual en el que simulará en realidad aumentada, mediante un holograma en 3D, el aspecto que va a tener el plato que me dispongo a cocinar, o me sugerirá alternativas si no dispongo de alguno de los ingredientes (y me dirá si el supermercado más cercano dispone de ellos). 

Ni que decir tiene que todo esto ofrece posibilidades enormes para que los operadores de una instalación industrial puedan visitar la instalación sin ir a ella, obtener información de operación instantáneamente, detener un bomba simplemente con un gesto ante la pantalla, o introducir una temperatura o una velocidad señalando con un dedo mientras se ordena verbalmente el dato al sistema.

lunes

¿Hacia dónde se dirige la interacción hombre-máquina? (III)

[Viene de ¿Hacia dónde se dirige la interacción hombre-máquina? (II)]

El segundo problema que propongo abordar es el siguiente: ¿garantiza el IHM que el operador va a mantener el saber necesario para operar en todas las circunstancias el sistema de control?
Los procesos controlados, sean físico-químicos o médico-quirúrgicos, afecten bien a la producción de energía o a la supervisión de una red de transporte o un aeropuerto, son cada vez más estables y, afortunadamente, fiables. Podría decirse que los incidentes o accidentes severos son más graves pero más infrecuentes. Esto se debe, en parte, a que los operadores humanos que interactúan con los sistemas que gobiernan estos procesos lo hacen de forma razonablemente buena en situación normal (siempre que su formación y capacitación haya sido la adecuada, lo que no es siempre el caso). En cambio, no se puede decir lo mismo de la forma de operarlos cuando se producen perturbaciones o derivas, ya que deben diagnosticar e interactuar con parámetros que se usan con poca frecuencia.
Cada vez es más difícil aprender y enseñar a utilizar todas las posibilidades que ofrecen los sistemas avanzados de control, tanto como seleccionar a los operadores más adecuados para operar el sistema en todas sus posibles situaciones o configuraciones. Desgraciadamente, si la formación no es la adecuada y la selección de los operadores no garantiza ciertos conocimientos profundos de las variables que afectan al proceso, el IHM no solventará estas carencias. Pero incluso si se dispone de los mejores operadores, los más expertos y los mejores formados, éstos tenderán a olvidar lo que no usan con frecuencia. Esto no quiere decir que esté completamente olvidado, sino que el conocimiento no estará disponible tan rápido como lo exige el proceso para evitar una caída del sistema, un incidente o un accidente

Chernobyl

Segunda tendencia: aparición de HMIs de simulación, documentación off-line y on-line, dispositivos pedagógicos de aprendizaje y mantenimiento del saber. 

Es bien sabido que los antiguos sistemas de control, que operaban procesos o instalaciones menos complejas o sofisticadas, presentaban incidencias frecuentes que enseñaban y entrenaban a los operadores. Y esto ha cambiado mucho.

No es este el lugar para abordar la problemática de enseñanza y entrenamiento de los operadores de los sistemas de control (un gran tema, como ya he indicado), pero sí podemos decir que las interfaces actuales tienden a incluir sistemas de ayuda inteligentes, que pueden detectar una operación incorrecta recurrente y ofrecer informaciones o pistas que orienten al operador hacia una práctica más adaptada a los objetivos que persigue. 
Los sistemas deben tratar a sus operadores como clientes, en el sentido de que deben ayudarle a optimizar el uso de los dispositivos, ofrecerles medios para mejorar su conocimiento de operación y mantenerles informados de las novedades funcionales. Ya no es extraño que ciertas compañías ofrezcan newletters dirigidas personalmente a los operadores de su cliente, en las que se encamina hacia páginas web donde pueden encontrarse recursos pedagógicos para sacar el mejor partido del sistema, como textos y videos con ejemplos prácticos de operación, atajos, consejos, análisis de experiencias operativas o de uso.

En esta misma línea, en ciertos sectores se han hecho grandes avances para desarrollar sistemas capaces de operar un proceso, una red o una instalación y, en paralelo, ofrecer sistemas de simulación realistas que, en un escenario adecuado, faciliten el aprendizaje y el entrenamiento necesarios para garantizar una operación eficiente y segura.

Unidad de Control de Sector (UCS), posición de simulación del Sistema SACTA Aena-Indra, 
construida con requisitos de ergonomía y FFHH preparados por Ergotec

[continúa en ¿Hacia dónde se dirige la interacción hombre-máquina? (IV)]

viernes

¿Hacia dónde se dirige la interacción hombre-máquina? (II)




El primer problema que quiero presentar es el siguiente
Dada la evolución tecnológica y las grandes prestaciones informativas que actualmente acompañan a los sistemas de control, los operadores humanos se ven obligados a manejar cantidades ingentes de datos, soportados en interfaces que cuesta aprender y operar, ya que ofrecen múltiples posibilidades funcionales. ¿Hacia dónde se dirigen los IHM en materia de “cantidad” de información presentada?  Existe una creencia muy extendida en la industria, por la que la abundancia de información sería un valor del IHM, ya que facilitaría el diagnóstico de los problemas y ofrecería múltiples vías para resolverlo, permitiría al operador encontrar su propio camino para interactuar con el sistema, etc.. Sin embargo, las cosas no son así, al menos para nosotros los ergónomos. 


Primera tendencia: la simplicidad. 

La simplicidad de un interfaz es una tendencia que comienza a generalizarse en los dispositivos que acompañan nuestra vida cotidiana, del mismo modo que en tiempos pasados el mundo del diseño y la arquitectura adoptó el slogan more is less.

Los teléfonos son un ejemplo tan válido como los aparatos de TV o sus dispositivos de registro (¿quién no recuerda la aventura de programar un video analógico VHS?). Los sistemas operativos de la informática de consumo y sus principales aplicaciones se orientan hacia la simplicidad. ¿Se trata de un moda? No lo creo, es una tendencia que viene para quedarse, como así lo certifican todos los especialistas, los organismos de normalización (ver ISO 9241 y el abordaje que hace de la utilizabilidad) o las asociaciones industriales que persiguen construir estándares eficientes y seguros de interacción, como la ASM (Abnormal Situation Management).

La tendencia a simplificar, a reforzar la homogeneidad de la información presentada y la manera de acceder a ella es coherente con la forma que tiene el ser humano de tratar al información: cuando el operador tiene ante sí mucha información tiende a jerarquizarla, a buscar atajos, a relegar aquella que no le resulta inmediatamente útil. La mayor parte de la gente busca y valora (y por tanto compra) dispositivos que se aprendan con facilidad, que no pidan que se memoricen muchos datos o que exijan leer un gran manual, que no obliguen a hacer muchas cosas para alcanzar un objetivo frecuente o crítico. Como la mayoría de los dispositivos no suelen ofrecer esto, sino más bien todo lo contrario, los usuarios (y los operadores de los sistemas industriales de control) tienden a infrautilizarlos.

Además, están las limitaciones neurofisiológicas de nuestra visión para apoyar el argumento de la simplicidad: por ejemplo, se sabe que el campo visual operativo "sólo" barre simultáneamente unos 15º, a través de la área central y lo hace filtrando información, no escaneándola. Por consiguiente, en el mundo industrial se equivocan los que ofrecen interfaces gráficas muy abigarradas y no jerarquizadas, por muy grandes que sean las pantallas (no pocos confunden la dimensión de la superficie de presentación de la información con un supuesto aumento de la capacidad para explorar los datos que contienen). Dicho sea de paso, soy especialmente reacio a esas interfaces que, por horror vacui, incluyen opciones decorativas (¿es necesario incluir las tuercas de una válvula en su representación gráfica?), tampoco iconos o colores que no tienen ningún significado operativo. 

¿Quiere esto decir que no deben existir interfaces complejos? No, simplemente que un sistema complejo puede disponer de un interfaz complejo pero que, necesariamente busque la simplicidad, prescinda de lo accesorio, esconda en segundo plano lo que no requiere una atención inmediata. Puede parecer una perogrullada, pero es necesario concebir el IHM para quien tiene que operarlo...

jueves

¿Hacia dónde se dirige la interacción hombre-máquina? (I)

La sección española de ISA (International Society of Automation) me ha invitado a presentar mis puntos de vista sobre las nuevas tendencias en materia de interfaces hombre-máquina (Human Machine Interface, HMI) en su Conferencia Anual 2010. Como es natural, me siento muy honrado y, al mismo tiempo, inquieto, por la complejidad del desafío que los ingenieros en automatización me lanzan.

En los últimos años se han producido cambios revolucionarios en nuestra manera de relacionarnos con las máquinas y no es imprudente creer que aún se van a producir muchos, incluso a un ritmo mucho más acelerado. La industria del entretenimiento y de la de telefonía han revolucionado nuestra manera de viajar, de leer y escribir, de informarnos, de transmitir información o comunicarnos. De hecho, se está produciendo una transferencia del ámbito tecnológico del entretenimiento y la informática doméstica al de la industria en materia de HMI, un curioso fenómeno que no se había producido hasta ahora, ya que el sentido de transferencia había sido tradicionalmente en el sentido contrario.


Sin embargo voy a apuntar cuestiones que afectan casi en exclusiva a los HMIs industriales. No pretendo escribir sobre las innovaciones más relevantes que se han producido en este ámbito, más bien voy a presentar en los próximos post ciertos problemas transversales que aquejan a la operación de los entornos complejos y dinámicos para analizar, después, si las tendencias en materia de interacción entre seres humanos y máquinas están dando respuesta a estos problemas.

Lo que voy a presentar tiene una vocación eminentemente práctica, fruto de mi experiencia sobre el terreno...

martes

El papel del ser humano en la seguridad del sistema


Siento no poder escribir tanto como quisiera en La Ergoteca. Ergotec y Modus Laborandi me roban todo el tiempo del que dispongo para realizar actividades tan innovadoras como la concepción, junto con ingenieros y diseñadores, de procedimientos y manuales de operación que hagan más segura y eficiente la actividad en sistemas complejos.
Como bien saben quienes siguen nuestro trabajo, estamos sacando adelante la publicación de las obras más importantes de James Reason. Durante el proceso de edición e impresión del último libro que hemos publicado de este autor, La gestión de los grandes riesgos. Principios humanos y organizativos de la seguridad, tuve la oportunidad escuchar un programa muy interesante en Radio Nacional de España:

Accidentes aéreos: el tributo por la seguridad (Documentos RNE)



Es este programa, que sin duda recomiendo escuchar, se describen algunas de las catástrofes aeronáuticas mas relevantes de las últimas décadas (es especialmente detallada la del Spanair en Barajas) y cómo estas catástrofes han reorientado los criterios en los que se apoya la seguridad del sistema aeronaútico (construcción, operación aeroportuaria, control aéreo, organización de las actividades en la cabina...).

Sin embargo hay una aproximación de fondo a la cuestión que, como especialista en Factor Humano, me ha sorprendido escuchar: según varios de los especialistas consultados en el programa, las catástrofes tendrían su causa más profunda en el elemento menos seguro y fiable del sistema, a saber, el ser humano (en particular, pilotos y controladores). En algún momento se llega a afirmar que el sistema aeronaútico es más seguro porque, "afortunadamente", se está automatizando cada vez más y, por tanto, va desapareciendo la mano humana ("conseguir sacar al ser humano del bucle de control", se dice).
Rechazo con firmeza esta aproximación al problema. Como sabemos en nuestra profesión, el ser humano es un agente de fiabilidad que falla. De este modo, se trata de que el sistema potencie esos elementos creadores de fiabilidad y que facilite al operador la posibilidad de que detecte sus propios errores, los corrija o que, en todo caso, minimice sus consecuencias. La historia de la aviación (también la de los hospitales o la de las industrias de alto riesgo) están llenos de "actos heroícos" protagonizados por operadores que han asumido la seguridad del sistema, de los pasajeros o de los pacientes: me hubiera gustado escuchar cuál es la opinión de los especialistas del programa sobre el papel del comandante Sullenburger cuando "amerizó" en el río Hudson su Airbus 320, salvando con ello a todo el pasaje.


miércoles

La normalidad de lo inaceptable



La pasada semana tuve el placer de mantener un largo debate con Yves Clot en torno a la denuncia que es necesario realizar de los estragos que ciertas formas contemporáneas de organización del trabajo están provocando en los colectivos de trabajadores y en el equilibrio psíquico de las personas. No hace falta entender este desequilibrio como un escalón previo al suicidio o a la pérdida de la cordura, sino en la aparición de síntomas que necesariamente indican sufrimiento mental, formas precursoras de la patología.


Para Yves Clot no hay perversidad inteligente en estas formas de organización que coartan la iniciativa y la expresión de la creatividad individual, sino que son organizaciones ignorantes (algo tendrán que ver los que las dirigen) que creen en el ideal del total control de lo vivo, en la ficción de que todo es previsible y, por tanto, procedimentable, hasta el punto de exigir lo que se debe decir o pensar y en el orden en que debe hacerse. Encontramos excelentes ejemplos de lo que estoy diciendo en los Call Centers, auténticos sumideros neotayloristas de la iniciativa individual, en donde no sólo se fuerza a hacer y decir de una cierta forma y en un cierto orden, sino que se obliga a contenerse, a esforzarse en frenar la iniciativa, un viejo tic taylorista identificado hace un siglo por Henri Wallon.
Sean cuales fueren los grados de responsabilidad, por ingenuidad lesiva o por perversidad patológica, lo cierto es que se está normalizando la enfermedad mental, la individualización descarnada de las relaciones laborales, la soledad y el sufrimiento, el sálvese quien pueda en la vida diaria de las empresas. No soy optimista en los tiempos que corren, la denuncia desesperada puede encontrarse en cualquier lugar. Para no ir más lejos, en un foro profesional de ingenieros en el que participo y que no es precisamente proletario, C.R., un especialista norteamericano del sector aeroespacial decía lo siguiente esta misma mañana:

"Well I am unemployed again... a manager at Intel decided she did not like the tone of my voice and had me fired... American corporations are run by psychopathical nutcases... I am totally sick of working in a living ... and being screwed by nutcases. I do NOT recomendes anybody to study science and engieneering because you will end up as a bitter corporate slave like me... All this is totally wothless."


Feliz 2010 (... ¿o 1984?)

jueves

Retratos de ergónomos: Franck Roumier

Esta persona que mira a la cámara con la seriedad del que nada tiene que ocultar se llama Franck Roumier. Es ergónomo, es meticuloso con su trabajo, crea confianza en sus clientes. Dan ganas de dejarlo todo en sus manos, las manos de un profesional leal y honesto. Yo he trabajado con Franck. Da gusto hacerlo porque, además, es divertido y se aprende muchísimo de él, porque todo lo que sabe lo comparte.
Tuve la suerte de pasarme medio verano en las laminadoras de Rhénalu, en Rugles, allá por 1992. Cuando todo en Barcelona era fiesta, Franck y éste que les escribe apestaban día y noche a queroseno (utilizado como lubricante de laminación) en aquel caluroso verano normando. Ha habido una oportunidad reciente para trabajar con Franck, para una gran multinacional de la logística, la venta y la distribución textil en Galicia.
Siempre aprendo de su capacidad para identificar un problema, encerrarlo en un espacio práctico de intervención, recoger los datos necesarios (es el creador de la aplicación informática IMAGE, Instrument de Mésure et d'Analyse de Gestes et Efforts) y, sobre todo, para crear recomendaciones prácticas, justificadas, útiles para el cliente. Donde va, se queda, es una garantía fiable de solución.
Yo, cuando sea un buen ergónomo, quiero ser como Franck Roumier, o estar a su lado. No oculto a quienes le conocen que es, sobre todo, un ser humano sensible y bueno. Como no podía ser menos, pertenece a la República Christoliana de la Grande Rue Nazareth.

Suicídese, s'il vous plaît



De nuevo son los periodistas quienes, junto a documentalistas (La mise à mort du travail, Ils ne mouraient pas tous mais tous étaient frappés..) y directores de cine (Los lunes al sol, Smoking Room, El método Gronholm, El jefe de todo esto...) los que asumen la responsabilidad de investigar, informar y ayudarnos a comprender lo que está ocurriendo realmente en el mundo del trabajo.

No sabemos dónde está, qué preocupa ni hacia dónde se dirigen la Universidad española y las Administraciones Públicas (de éstas sí sabemos que su brújula apunta al cortoplacismo del poder político), pero sí sabemos que Eva Lamarca, de Vanity Fair (nada menos) se ha ido a Francia para escribir un excelente reportaje que aparece en el nº 16 de su revista y que lleva por título un certero Suicídise, s'il vous plait.

Sí, efectivamente, se trata de un reportaje sobre France Télécom. Un breve artículo de excelente investigación periodística en el que se desgranan las causas de los ¡25 suicidios! (y 15 intentos) acaecidos en la empresa en los últimos meses: una organización del trabajo pervertida en la que se invita(ba) a la gente a abandonar la empresa mediante formas de acoso y humillación muy toscas pero que, a la postre, han resultado eficacísimas. Una organización en la que los mandos obtenían primas por el número de personas que eran capaces de desquiciar para que abandonaran su puesto de trabajo. Una organización en la que la movilidad y el lema acuñado por los managers ("time to move") se había transformado para los trabajadores en tire-toi-maintenant (lárgate de una vez). Michel D. escribió antes de suicidarse: "Me suicido por culpa de mi trabajo en France Télécom. Es la única causa. Sobrecarga, ausencia de formación, desorganización total de la empresa, !gestión por el terror!. Esto me ha perturbado totalmente. Me he convertido en chatarra, así es que es mejor acabar.."
No es un fenómeno fácil de explicar; en Modus Laborandi pretendemos arrojar luz sobre el asunto editando un excelente título de Christophe Dejours que aparecerá en primavera de 2010: Suicidio y trabajo. En este trabajo se apunta al suicidio como otra de la señales que alertan de la ruptura de los valores ligados al trabajo en común, valores que han permitido mantener unidas a las comunidades humanas desde hace miles de años. Sufrimiento, violencia, suicidio en el trabajo son expresiones que eran desconocidas hasta ahora. Se trata de fenómenos que describen una individualización de las relaciones sociales que a su vez está provocando un deterioro de los valores en los que se apoya(ban) la cultura de la convivencia social, la educación de los más jóvenes, el cuidado de los más desprotegidos.
¿Tenemos que comprar Vanity Fair para despertar de la modorra de la Champions y abrir los ojos a lo que está ocurriendo en nuestra sociedad? (felicidades, Eva Lamarca, excelente trabajo).

lunes

Retratos de ergónomos: François Daniellou


Ha estado estos días por Madrid, hablando de las nuevas fronteras de la ergonomía y del papel del ergónomo en esta crisis en la que el trabajo y su organización son un asunto, a mi parecer, central. Pero el verdadero motivo de su visita ha sido la presentación del libro "Comprender el trabajo para transformarlo. La práctica de la ergonomía" publicado por nuestra editorial, Modus Laborandi, en Fundación Mapfre. Recomiendo desde aquí el breve texto de su conferencia, no deja indiferente.


Conozco a François Daniellou desde 1989. Profesor de "Ergonomie & Projets Industriels" y tutor de Travaux Pratiques (TPB, origen del libro que vino a presentar a Madrid), en el Labo del CNAM -41, Gay Lussac, Paris-, no ha dejado de deslumbrarme desde entonces por su brillante pensamiento y su proverbial capacidad pedagógica. La ergonomía le debe la rigurosa formalización de conceptos teóricos y metodológicos capitales en los procesos de concepción y diseño, incluidos los proyectos arquitectónicos.
Su fulgurante carrera profesional le ha llevado a ser catedrático del Laboratorio de Ergonomía en el Instituto Politécnico de Burdeos, donde desarrolla una actividad docente por la que acaba de obtener un merecidísimo premio concedido por la Asociación Internacional de Ergonomía (IEA). Una de sus iniciativas más interesantes es la organización, con carácter anual, de unas Jornadas sobre la Práctica Profesional en la Universidad de Burdeos: todos los ergónomos deberían reservar unos días en el mes de marzo para asistir a esta interesante experiencia de intercambio teórico y práctico entre profesionales y universitarios, experiencia que ha cumplido su decimoquinto aniversario.
He tenido el íntimo placer de trabajar con François para el sector de la energía nuclear. Hemos conversado muchísimo de literatura (tiene un gusto exquisito, que no excluye la espada de nuestro Alatriste) y de las cuestiones epistemológicas que afectan a nuestra profesión, por la que sigue guardando, después de tanto tiempo, una gran pasión. No es raro descubrir en él la mirada curiosa y el oído atento del verdadero científico. Tengo el gusto de ser su amigo y de recibir sus consejos dentro del comité editorial de Modus Laborandi, todo un lujo para nuestra maison d'édition.