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Nuevas fronteras para el conocimiento del ergónomo: la primatología

Gracias a mi gran amigo Juan Manuel Iranzo he pasado una par de excelentes semanas. Por indicación suya (conoce muy bien mis gustos y Juanma es un sabio) he estado leyendo uno de esos libros que permanecen para siempre en el recuerdo y que se convierten, inesperadamente, en palanca de otros conocimientos que, para asentarse y ser provechosos, necesitan de esos cimientos.
Un libro de esos que te dejan literalmente perplejo porque abren perspectivas distintas al pensamiento, rompen con prejuicios estructurales que estaban revestidos de ciencia. Se trata del  El mono que llevamos dentro del primatólogo, etólogo y biólogo Frans de Waal.



Es un libro escrito con elegancia, aparentemente sencillo porque esconde mucho saber estructurado para la divulgación de calidad. Está lleno de ternura y no carece de sentido del humor. El mensaje del libro se entiende con nitidez y lo reservo para los improbables seguidores de este blog que se atrevan con esa maravilla (ya prácticamente agotada, según mis vecinas e ilustradas libreras de ¡Aquí la Ciencia!).
Además de otras cosas que como humanos deberíamos saber, el libro creo que ofrece ciertas claves teóricas mayores, de gran relevancia -a mi entender- para el ergónomo.

Entiéndase esto como unos modestos apuntes que merecen más extensión, pero éste no es el lugar:

1. La vida colectiva y las interacciones humanas en las empresas no son simples estructuras culturales regladas de forma más o menos estricta, ajenas a nuestros rasgos naturales ancestrales, rasgos que compartimos con otros antropoides (gorilas, bonobos y chipancés). En las comunidades antropoides pervive el conflicto, la manipulación, la lucha por el poder y sus contraprestaciones (alimentación y prerrogativas de tipo sexual). Más allá de interpretaciones meramente técnico-disciplinarias o de cierta sociología que explica el consentimiento y la aceptación de forma abiológica (si puede decirse así), la mirada primatológica ofrece claves del mayor interés para entender la esencia de la estructuración grupal en las comunidades humanas (incluidas las comunidades que trabajan).


2. Los rasgos morales (como la solidaridad, la empatía o la compasión) son también rasgos de nuestros ancestros y tienen múltiples explicaciones de tipo evolutivo. La cooperación es necesaria para el éxito de la comunidad y por tanto un rasgo determinante de las comunidades antropoides y humanas. Crear las condiciones para la cooperación es, de nuevo, un asunto de supervivencia.
3. La idea de inteligencia=lenguaje verbal, tan sobreexplotada por las ciencias humanas, debe matizarse para recuperar otras formas de expresión y transmisión de la información que permiten comunicarse a los animales a los que me refiero. El ergónomo deberá prestar más atención a los mensajes no verbales y a los comportamientos gestuales como parte esencial del análisis de la actividad. Es necesario articular y renovar los métodos de observación hacia aspectos etológicos inexplorados hasta ahora y, para conseguirlo, debemos pedir ayuda a los primatólogos. Esa es una de líneas de investigación que mantenemos en Ergotec al desarrollar nuestra teoría de las señales débiles en el marco de los proyectos de evaluación de carga en actividades complejas y dinámicas.

Ya que los ergónomos decimos que buscamos transformar las situaciones de trabajo a partir del conocimiento del que disponemos sobre los seres humanos, estamos obligados a una vigilancia constante sobre la renovación de ese conocimiento, tanto en el ámbito de las ciencias humanas como en el de la ciencias menos blandas, como la biología, fuente esencial del saber sobre nuestra existencia. Si mi maestro Wisner me leyera asentiría con la cabeza, él, que tanto me insistió para que perseverara en mis estudios de neurociencia...

Descansadas vacaciones, bendita pereza...

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