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¿Hacia dónde se dirige la interacción hombre-máquina? (V)

[Viene de ¿Hacia dónde se dirige la interacción hombre-máquina? (IV)]


El cuarto y último problema sería: ¿Cómo se previene el efecto de los errores humanos con efectos catastróficos desde el HMI?¿Cómo se debe repartir el trabajo entre seres humanos y máquinas, qué debe hacer cada cual?. ¿Este reparto puede prevenir el efecto de los errores humanos con efectos catastróficos?


Los especialistas en Factores Humanos sabemos que un sistema no puede ser, al mismo tiempo, 100% seguro y 100% flexible. En teoría, un 100% de seguridad sólo se consigue con un 100% de rigidez, todo ello sin contar con los efectos perversos que sobre la seguridad puede tener la hiper-rigidez de los sistemas, como bien saben los expertos del mundo aeronáutico. La cuestión reside en saber "cuánta" flexibilidad se puede introducir en un sistema con las máximas garantías de seguridad. Al mismo tiempo, los sistemas de alto riesgo pretenden evitar la catástrofe mediante la puesta a punto de “barreras” técnicas, organizativas y procedimentales. Estas barreras, a su vez, buscan evitar o limitar los efectos de posibles errores humanos que puedan tener consecuencias catastróficas para la población, la instalación y el medioambiente. A pesar de todo, es raro el día en el que no se diagnostica un error humano como causa de la explosión e incendio de una fábrica, de un avión que se estrella, de una colisión ferroviaria o de la muerte de un paciente.

La formación y el entrenamiento, aunque resultan imprescindibles para operar un sistema complejo, no son suficientes para prevenir el error humano. Se trata de una cuestión de la máxima importancia, porque los sistemas de salvaguarda –ante el error significativo de un operador- no detectan todas las posible eventualidades, “sólo” intervienen en situaciones extremas y, en ciertos casos, pueden ser extremadamente dañinos con la producción. ¿Se avanza en el buen camino?


Cuarta tendencia: mejoras en la robustez y consistencia de los sistemas de advertencia y seguridad a los operadores, en la manera de gestionar los proyectos de desarrollo del IHM.


Quedaron atrás (o deberían hacerlo) los mensajes de advertencia y alarma que no explican ni ayudan a resolver los problemas:



Creo que se está haciendo un gran esfuerzo en este sentido, incluyendo a la mensajería en los programas de ayuda off-line y on-line de la propia aplicación. Estos mensajes han sido, durante muchos años, el caballo de batalla en las comisiones de investigación de accidentes severos. La respuesta la dan los propios operadores, cuando se les ha dado la oportunidad de explicarlo:

- “apareció el mensaje de alarma ¿por qué no lo atendió?”.

- “no se entienden o se olvida qué significan muchos mensajes y, cuando se produce una emergencia, no da tiempo a leerlos”

La tendencia a la simplicidad también se está extendiendo a este ámbito. Tanto como al de las alarmas visuales o acústicas: la racionalización se impone, también para que el sistema de alarma sea una ayuda real para la seguridad de operación y no un obstáculo para llevar el proceso a una situación segura.



Por otro lado, el camino que lleva a la prevención del error humano en los IHM no sólo se centra en la calidad de los mensajes o en la pertinencia de los sumarios de alarmas. Desde la catástrofe nuclear de Three Miles Island se ha impuesto un gran sensibilidad en la aplicación de estándares de diseño que persiguen sistemáticamente las incoherencias (las denominaciones y los códigos deben ser unívocos...), la homogeneidad (el sistema se comporta siempre de la misma manera, los datos se introducen siempre por la misma via...), el feedback inmediato (el sistema informa de lo que hace..).

Creo que este ámbito es, seguramente, el que más ha avanzado o puede avanzar sin esperar a grandes innovaciones tecnológicas, simplemente implementado en los proyectos de desarrollo del IHM una cierta sistemática apoyada en Guías de Estilo para prevenir el error humano en la interacción entre seres humanos y máquinas.

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