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Whistleblowers: los profetas del fallo y la catástrofe


Después de la muerte del pequeño Rayan se está produciendo un gran debate social y político sobre la seguridad del paciente, los recursos y efectivos humanos de los que disponen los hospitales, las mejoras técnicas y organizativas que se van a emprender para evitar una situación como la que ha provocado este terrible accidente. Siempre que estudio eventos de este tipo, que suelen tener un fuerte impacto mediático (como las catástrofes de los transbordadores espaciales, ciertos accidentes industriales severos o incidentes en el ámbito nuclear) veo aparecer en la escena retrospectiva de los hechos alguien que ya había denunciado la posibilidad de que algo así fuera a producirse. Este tipo de personas (o colectivos) habían identificado de forma precoz la causa potencial de un accidente o de una catástrofe y lo habían denunciado, incluso por escrito. Estas personas o colectivos son conocidos en la cultura sajona como whistleblowers y en la francesa como lanceurs d'alerte (a partir de la afortunada conceptualización realizada por Francis Chateaureynaud).
El papel que cumplen estos profetas del fallo o de la violación de la ley por parte de la organizaciones es tan inestimable que la legislación de los EE.UU. los protege (Whistleblower Protection Act de 2007) y cuentan con una Fundación que promueve y facilita su actividad (el National Whistleblower Center). No olvidemos que casos como el Caso Watergate, provienen de un whistleblower, dado a conocer como "garganta profunda" por los periodistas del New York Times.
Sin embargo, es más frecuente que en la cultura empresarial europea sean considerados como exagerados, cenizos o gafes, lo que no sería muy negativo si no fuera porque en no pocas situaciones se les considera delatores o chivatos y se les hace imposible continuar trabajando en sus empresas o instituciones. No es infrecuente que los whistleblowers se vean confrontados a situaciones personales extremas, que incluyen la cárcel, la exclusión social o el suicidio, lo que ha sido muy bien retratado por el cine (ver un magnífico Jack Lemmon en El sindrome de China, en el papel de whistleblower en una central nuclear).
Pues bien, el "personal de enfermería, auxiliares y enfermeras" del Hospital Gregorio Maráñón ya había denunciado, con fecha de entrada 30/06/08 y número 384, las carencias de efectivos, las deficiencias arquitectónicas, los problemas de formación y cualificación, su preocupación por la calidad asistencial y la seguridad del paciente en el Servicio de Neonatología del Hospital. No puedo evitar dejar constancia de las conclusiones de este informe, dirigido a los responsables del servicio, la gerencia, el comité de empresa:











Fuente: El Mundo, 17/07/09

Huelga decir que un sistema de producción de alto riesgo (que produzca energía, calidad asistencial y salud o transporte), debería ser responsable ante las informaciones, recomendaciones y denuncias emitidas por sus operadores: una escucha activa por parte de los directivos de estas señales de alarma es, con toda seguridad, el factor de prevención y seguridad más efectivo con el que cuentan estos sistemas.

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