Pobres clientes, o pobre ergonomía, todo ello según se mire. Nunca hubo un marco legal que promoviera tanto nuestra práctica profesional, nunca hubo tantas empresas interesadas por nuestros servicios, nunca hubo tantos ergónomos en España...
Sin embargo el horizonte es abracadabrante: se llama proyecto, intervención o estudio ergonómico a casi cualquier cosa que dice hacer una persona que pertenece a una Mutua, Sociedad de Prevención, Organismo Universitario, Ente Público o Empresa. La heterogeneidad (o mejor el batiburrillo) es tal que los pobres clientes no saben lo que contratan ni su duración, ni su metodología, tampoco disponen de garantías mínimas sobre los resultados. Unos proponen una presencia exhaustiva sobre el terreno, otros no lo consideran necesario (ir al terreno es tedioso y normalmente, sucio), algunos sólo trabajan por teléfono y, según mis informaciones, ciertos universitarios aplican el modelo IKEA de práctica profesional: venga aquí, se lo explicamos (o se le vendemos en unos apuntes) y luego usted se lo monta en casa. Y lo que es peor, los precios: salvo en la de cantante o torero, no creo que exista ninguna profesión con mayores diferencias en los honorarios profesionales; hoy es posible que un mismo problema pueda ser multiplicado o dividido por 10 sin que el cliente tenga posibilidad alguna de evaluar estas diferencias. Esto es debido a la falta de escrúpulos de no pocos oportunistas, también a la competencia desleal que llevan a cabo, sin ningún miramiento, ciertos profesionales de lo público que desde sus despachos "sólo" repercuten en sus tarifas lo que buenamente consideran necesario ganar él y sus becarios (no es cosa suya el coste de la formación de los más jóvenes, el pago de salarios, la adquisición y mantenimiento de los equipos informáticos, el alquiler de las oficinas o el pago de la factura del teléfono).
Esto tiene muy mal aspecto y consideramos necesaria algún tipo de acción reguladora por parte de las Administraciones.
Mientras tanto, recomendamos a nuestros amables clientes que sigan las directrices dadas en los bancos documentales de las mejores instituciones europeas, como el INRS:
Sin embargo el horizonte es abracadabrante: se llama proyecto, intervención o estudio ergonómico a casi cualquier cosa que dice hacer una persona que pertenece a una Mutua, Sociedad de Prevención, Organismo Universitario, Ente Público o Empresa. La heterogeneidad (o mejor el batiburrillo) es tal que los pobres clientes no saben lo que contratan ni su duración, ni su metodología, tampoco disponen de garantías mínimas sobre los resultados. Unos proponen una presencia exhaustiva sobre el terreno, otros no lo consideran necesario (ir al terreno es tedioso y normalmente, sucio), algunos sólo trabajan por teléfono y, según mis informaciones, ciertos universitarios aplican el modelo IKEA de práctica profesional: venga aquí, se lo explicamos (o se le vendemos en unos apuntes) y luego usted se lo monta en casa. Y lo que es peor, los precios: salvo en la de cantante o torero, no creo que exista ninguna profesión con mayores diferencias en los honorarios profesionales; hoy es posible que un mismo problema pueda ser multiplicado o dividido por 10 sin que el cliente tenga posibilidad alguna de evaluar estas diferencias. Esto es debido a la falta de escrúpulos de no pocos oportunistas, también a la competencia desleal que llevan a cabo, sin ningún miramiento, ciertos profesionales de lo público que desde sus despachos "sólo" repercuten en sus tarifas lo que buenamente consideran necesario ganar él y sus becarios (no es cosa suya el coste de la formación de los más jóvenes, el pago de salarios, la adquisición y mantenimiento de los equipos informáticos, el alquiler de las oficinas o el pago de la factura del teléfono).
Esto tiene muy mal aspecto y consideramos necesaria algún tipo de acción reguladora por parte de las Administraciones.
Mientras tanto, recomendamos a nuestros amables clientes que sigan las directrices dadas en los bancos documentales de las mejores instituciones europeas, como el INRS:
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