martes

Antropometría: cuando el tamaño importa

Tomémosnos el asunto con buen humor: he visitado una instalación industrial en la que las personas no caben en sus puestos de trabajo. No es la Estación Orbital Internacional. Es un espacio un poco singular en el que los operadores tienen que realizar su trabajo en condiciones antropométrica y biomecánicamente inimaginables: en alguno de los espacios en los que tienen que trabajar no podrían ser evacuados en caso de desmayo o atrapamiento... ¿cómo es posible esto?
Algunos responsables de ingeniería y diseño consideran que se trata de un proceso (el de la concepción de una instalación industrial) en el que es necesario sacrificar ciertas "comodidades" en beneficio de la "productividad y la economía general de producción". Por eso, los técnicos más voluminososos no caben por ciertos pasillos o hay que gatear por un falso suelo para supervisar una parte de las máquinas...
Como sabrán muy bien mis colegas, todo esto supone la aparición de lesiones musculares y osteo-articulares en los operadores; también asombrosos retrasos en el proceso de trabajo (no se ve adecuadamente, no se puede actuar sobre los dispositivos en las mejores condiciones) o de mantenimiento de la instalación (está parada, no produce, precisamente porque se ha detenido para realizar un mantenimiento programado que se suele prolongar...) y problemas de calidad (como es lógico, no se puede realizar un mantenimiento cuyos resultados puedan considerarse, por lo general, óptimos).
Me temo que la causa de esta aberración es el profundo desconocimiento que existe en ciertas áreas de ingeniería y tecnología sobre las características y particularidades del ser humano (las dimensiones del cuerpo, sin ir más lejos). Por ejemplo un responsable de diseño debería saber cuánto miden unos brazos humanos , o cual es la zona de acceso mínima, cuáles los ángulos de confort para observar, manipular o hacer ajustes de precisión. A los que quieran saber dónde está todo lo imaginable sobre estos datos, deben conocer a mis queridos Panero y Zelnik (también traducidos al español por la Editorial Gustavo Gili):


Algún día contaré cómo en una empresa de alta tecnología se implantaron unos pupitres de control en los que no cabían las piernas de los que debían sentarse allí...

Procedimientos y ergonomía

Los procedimientos son uno de los soportes estructurales de la actividad de trabajo, lo que los ergónomos denominamos la "tarea prescrita". No es éste el lugar para abordar los límites de los distintos tipos de prescripciones, ni su relación con la verdadera actividad de los seres humanos en situación de trabajo, la "tarea real", aunque es necesario recordar que en la relación entre lo prescrito y lo real se juegan no pocas partidas teóricas y metodológica en ciencias humanas y sociales del trabajo.
Hablaré aquí del papel del ergónomo ante el procedimiento:desde tiempo inmemorial, el procedimiento ha sido "tolerado" por éste y colocado por debajo de los soportes informales (notas, esquemas, cuadernos, "chuletas") utilizados por los operadores experimentados: se venía a decir que los soportes técnicos para la operación (manuales, procedimientos) eran elementos de control -y de castigo en ciertos casos-, que describían un ideal de funcionamiento imposible de alcanzar, ilusorio en muchos casos (como bien refleja la "huelga de celo", la expresión de esta imposible ilusión que conlleva el colapso del sistema).
Sin embargo, mi experiencia en los últimos años demuestra que un procedimiento puede ser extremadamente útil y tranquilizador para la operación y los operadores: puede ser un soporte para la adquisición de conocimiento, una guía para ciertas operaciones críticas, aportar elementos de coordinación de actividades entre miembros del equipo, ser una ayuda para el aprendizaje ante nuevas herramientas o tecnologías. Desgraciadamente los procedimientos, incluso los mejores, no son utilizables: no están adaptados a las verdaderas condiciones en las que deben ser utilizados: ¿cómo intervenir urgentemente en una instalación a la intemperie, de noche y con lluvia con un voluminoso manual mal traducido del inglés en Arial de 10 puntos? En otros casos no están actualizados o son incomprensibles: no es frecuente que quien redacta un procedimiento tenga la capacidad para estructurar de forma pedagógica, simplificar, sintetizar, que sea capaz de integrar en su preparación formal y de contenido las condiciones en las que se utilizará su procedimiento.

Procedimiento desarrollado para Repsol YPF por Ergotec

Desarrollar un procedimiento es en sí un proyecto complejo, bien descrito por Jacques Leplat en muchos de sus trabajos. Quiero terminar con algunas preguntas que debe formularse el redactor de un procedimiento, lógicamente también el ergónomo: ¿qué longitud debe tener?, ¿cómo se presentará y estructurará la información? ¿quién, cómo y dónde lo utilizará? ¿qué nivel de obligatoriedad tendrá cada componente? ¿qué mecanismos de revisión y validación tendrá el procedimiento? ¿cómo se accederá al procedimiento y en qué condiciones se aplicará? Y sobre todo, ¿cómo asegurar que los operadores confíen en el procedimiento? Son preguntas claves que no se suelen formular ni tan siquiera cuando de la calidad de un procedimiento depende la vida de la personas y la seguridad de una instalación industrial.

viernes

Espectáculos industriales

Algunos de los lectores de este blog me advierten -con toda la razón- de la progresiva solemnidad que van adquiriendo mis notas. Nada más lejos de mi intención, así es que estoy dispuesto a romper con esta tendencia, hablando de algunos de los espectáculos industriales que he tenido oportunidad de presenciar durante mi vida profesional.
Un planeta cerca de Orión: no hay espectáculo industrial más impresionante que el que ofrece una refinería de noche; si esta refinería se encuentra en el Norte y hay bruma, mucho mejor, el espectáculo hubiera encantando a los art directors de Blade Runner.
Aroma, romanticismo: la llegada de un tren lleno de sacos de cacao a la terminal de una gran fábrica de chocolate de una multinacional suiza. Recomiendo introducir los brazos en uno de estos sacos y acariciar las habas de cacao. Aspirar el aroma.
La boca abierta: tocar casi con la punta de los dedos las tripas de un Boeing 747 cuando, al despegar, sobrevuela la terraza de alguna de las Torres de Control de Tráfico Aéreo. No taparse los oídos y dejarse atronar por los reactores.
Prestidigitación: ver cómo salen las llaves y las monedas de los bolsillos del pantalón como si tuvieran vida propia cuando uno se pasea junto a una manada de cubas electrolíticas en funcionamiento. Observar cómo se dirigen como balas hacia estos nidos cargados de magnestismo y llenos de lava de aluminio.
Infierno: laminadoras funcionando en régimen de crucero, vapores de keroseno que enrarecen el ambiente, ruido ensordecedor. Los cilindros son como torpedos que se introducen con la misma precisión que en un submarino en pleno combate. Ver cómo los acarician sus cuidadores, los operadores de mantenimiento.
Bosque de gigantes: subir a un aerogenerador y abrir la trampilla, junto a las aspas. Mirar el bosque de gigantescos molinos. Pensar, inevitablemente en D. Alonso Quijano.
Plegaria, intimidad: entrar dentro de un gran tanque de almacenamiento en algún complejo petroquímico durante los trabajo de mantenimiento. Catedral industrial llena de andamios. Observar cómo caen las cataratas de chispas que vomitan los soldadores. Escuchar los ecos dodecafónicos de las radiales al cortar. Permanecer en silencio, tal vez en pagana oración.

martes

¿Ergonomía sin ergónomos?

A raíz de mi post sobre La observación, en los últimos días he tenido la oportunidad de conversar con varios colegas sobre metodología y técnicas de investigación en ergonomía (lo que no deja de ser, de hecho, una conversación sobre nuestra propia práctica profesional).
Para ciertos ergónomos, el ejercicio de la ergonomía supone la aplicación de normas, reglas y conocimientos "empaquetados". Es una ergonomía sin metodología: no se trata de analizar las causas de un problema que puede ser abordado desde la ergonomía, sino de identificar los desvíos de la situación existente con respecto a las recomendaciones científico-técnicas del manual. No se persigue comprender el porqué de ese desvío, sino de recomendar un cierto ideal de concepción: no se considera el contexto, los antecedentes de una determinada decisión, los márgenes de maniobra disponibles para el cliente, la oportunidad o viabilidad económica de lo que se recomienda. Es una ergonomía sin ergónomo (éste, si existe, es un proveedor de informaciones, un mediador). Estos ergónomos no siempre van a realizar su trabajo sobre el terreno ("¿para qué?").
Yo creo, naturalmente, en una ergonomía con ergónomo, en la que es necesario comprender una situación y hacerlo en una secuencia lógica, de lo más general a lo más particular; se trata de formular hipótesis que deber validarse mediante las técnicas de investigación, formular diagnósticos y proponer especificaciones técnicas, organizativas y formativas que permitan corregir o concebir una situación de producción (o un producto) en la que está en juego la salud, la seguridad, la calidad, la eficacia.
A quienes les resulte nuevo este debate, recomiendo la siguiente wikicomparación , que no deja de ser una forma de entender la profesión desde dos ópticas bien distintas, ambas complementarias (confunden, a veces interesadamente, quienes dicen lo contrario...)

viernes

Jacques Leplat

Hoy podemos confirmar a los lectores de este blog que la editorial Modus Laborandi va a publicar en 2008 el excelente libro de metodología y técnicas de investigación en ergonomía "El análisis de la actividad en ergonomía. Evolución, modelos y métodos" de Jacques Leplat.
Profesor emérito de la École Pratique de Hautes Études (EPHE) Jacques Leplat es, con toda seguridad, una leyenda viva de la ergonomía; colaborador nada menos que de Suzanne Pacaud, trabajó con Faverge y Ombredane en los años 50 del siglo XX. Ha publicado cientos de trabajos y ha visto pasar delante de él las grandes evoluciones teóricas y metodológicas de nuestra disciplina.
Muy respetado y querido por todos sus colegas, los que hace veinte años comenzaron a homenajearlo no imaginaban que aún hoy, a sus casi 90 años, sigue escribiendo, participando en seminarios y coloquios científicos, escribiendo recensiones de libros (ver sus comentarios y artículos, por ejemplo, en la revista electrónica PISTES). Su inquebrantable humildad le impide admitir que es uno de los grandes animales científicos de la psicología francesa y de la ergonomía en el mundo. Sus íntimos científicos son, nada menos, que Reason, Rasmussen, Hollnagel.
He tenido algunos momentos de simpática intimidad con este aficionado al montañismo y al románico aragonés que es el profesor Leplat. Hace unos meses, en una noche húmeda y fría, paseando por las calles de Burdeos, recordando viejos artículos o recentísimas publicaciones. Es casi imposible sorprenderle.

martes

Las herramientas del ergónomo (I) : la observación

Junto con la verbalización, la herramienta de recogida de datos por excelencia en ergonomía es la observación.
Aunque esto pueda escandalizar a algunos, gran parte de los datos necesarios para comprender y especificar cambios en una situación de trabajo no requiren de un aparataje espectacular, ya que se obtienen sólo por la observación y el diálogo (lógicamente si se existen hipótesis previas y se sabe interpretar lo observado para cruzarlo con los conocimientos científicos existentes sobre el comportamiento humano).
Por otro lado, es difícil aprender a observar y, sobre todo, es difícil aprender a hacerlo sin perturbar el normal desarrollo de la situación observada. Al mismo tiempo, tampoco es fácil comprender el sentido de lo observado mediante el diálogo ¿cuándo y cómo preguntar sobre las intenciones del que actúa? En muchos casos bastará con escuchar, esa situación de "verbalización espontánea" que todos los praticien de terreno tanto valoramos.

Sin embargo, en otras circunstancias será necesario realizar observaciones sistemáticas con utillaje especializado (decorticando la accion en "fragmentos", en observables precodificados), por ejemplo con la ayuda de Actogram y Actopalm, probablemente la herramienta más adaptada para la recogida de datos, su tratamiento y análisis en ergonomía.
Desarrolladas por Alain Kerguelen y comercializadas por Octarès, estas herramientas permiten recoger hechos observables con una PDA Palm dotada de Actopalm. Los ficheros son transferidos a un PC que tenga instalado Actogram y, a partir de los mismos, se pueden realizar tratamientos estadísticos, cronológicos, análisis de simultaneidades, de encadenamientos...
En cualquier caso, nada hay más inútil que observar sin saber lo que se busca, y en esta situación ni siquiera el más exhautivo y preciso de los actogramas puede decir gran cosa...

lunes

Lección antropotecnológica de humildad

Hace unas semanas recordaba el seminario de antropología de Alain Wisner en París, 41 Gay- Lussac, en el Laboratoire d'Ergonomie et Neurosciences du Travail.
Invitado por Wisner, comencé a asistir a aquel seminario convencido de que se analizarían grandes proyectos de transferencia de tecnología (como en parte así fue) pero la gran sorpresa me la deparó Rabindra Nath Sen, pretigiosísimo ergónomo indio (Universidad de Calcuta, Indian Society of Ergonomics) que pertenece a ese colectivo de antropotecnólogos avant la lettre. Durante una hora realizó un recorrido por las herramientas tradicionales de los agricultores de su país y cuantificó las mejoras biomecánicas que ahorrarían tiempo y muchísimos esfuerzos inútiles a tal vez cientos de miles de trabajadores.
Tuve la suerte de escuchar el diálogo de Nath Sen y Wisner: el 90% de los ergónomos trabajan para el 10% de los trabajadores (astronautas, pilotos, controladores, informáticos) y el 10% de los ergónomos trabajan para el 90% de los trabajadores (agricultores pobres en su mayoría...). No puede hacerse afirmación tan certera, tan reveladora y justa.